Revista nº 805
149 Laura Sánchez Amo Estrés en la jornada laboral médica Actualidad Médica · Número 805 · Septiembre/Diciembre 2018 Páginas 148 a 155 • En Babilonia, Mesopotamia, 1750 años a. C. con el reinado de Hamurabi, en el código de leyes se regu- laba el trabajo médico y se castigaba severamente los malos resultados de un tratamiento u opera- ción, según el nivel social del enfermo. • El juramento Hipocrático, siglo V a. C., estableció las bases para la ética y conducta médica, cuyo fin era mejorar su práctica y sus resultados; postula- dos que están vigentes en la actualidad. • En el siglo XIII de nuestra era, la primera escuela de medicina del mundo en Salerno, Italia, estable- ce regulaciones del trabajo médico que contenían elementos de auditoría. • Florence Nightingale (3), en 1865, durante la guerra de Crimea, planteó que las leyes de la enfermedad podían modificarse si se relacionaban los resulta- dos con el tratamiento. • Abraham Flexner (4), en 1910, en su informe al Congreso de los Estados Unidos de América puso al desnudo la pobre calidad de los servicios hospi- talarios y de la docencia, de modo que obligaron a mejorar la atención médica, y dio lugar al comienzo del control de calidad moderno. Por contra, esto influyó negativamente sobre la concepción de la atención médica integral, al exagerar la concepción biológica de la práctica médica como un enfoque inadecuado que, por desgracia, aun persiste en al- gunas latitudes. • En la década de los sesenta, en Estados Unidos (EEUU) resurgió la preocupación en relación a la elevada frecuencia con la que los enfermos hospi- talizados eran maltratados, lesionados o dañados. • La década de los noventa se considera como un pe- riodo de mayor atención y dedicación de los cien- tíficos sobre el EM, especialmente con la publica- ción del informe “errar es humano” que presentó el Instituto de Medicina (IOM, de sus siglas en in- glés) al gobierno de los EEUU (5) donde sale a la luz nuevamente los malos resultados de la atención medica en los hospitales causada específicamente por el EM situando a éste como la octava causa de mortalidad en los EEUU. • Es importante destacar que actualmente la OMS se ocupa por el desarrollo de una metodología para el estudio de los eventos adversos la seguridad del paciente y los errores de la atención médica (6). Según los criterios de algunos científicos, son difíciles los estudios sobre el error médico por falta de un acuer- do, tanto en su definición como por la falta de integración de un sistema de información e incluso por la dificultad de diferenciar un error prevenible de otro inevitable o no pre- venible. Siempre se ha dicho que el hospital, independiente- mente de su imprescindible necesidad y grandes ventajas, resulta un medio donde los que reciben sus servicios están expuestos también a múltiples riesgos, accidentes y conse- cuencias adversas, circunstancia que se da también en to- dos los servicios de atención a la salud. Por todo lo dicho, debemos reconocer la gran impor- tancia que tiene el diagnóstico precoz y la prevención opor- tuna del EM, para lo cual hay que desmitificar o esclarecer el verdadero significado de este concepto. La Pietra et al. (7) publicó en 2005 una revisión sobre los últimos conocimientos y estudios en relación con los errores médicos y la gestión del riesgo clínico. En esta revisión, pone de manifiesto que los nuevos enfoques en el campo de los errores médicos están dirigi- dos a minimizar la recurrencia de patrones evitables asocia- dos con una mayor tasa de error; que un enfoque sistémico y un entorno sin culpa, dirigido a mejorar los resultados organizativos, conducen a resultados mucho mejores que centrarse en los individuos. Además, el uso de la tecnología, la accesibilidad a la información, la comunicación, la cola- boración de los pacientes y el trabajo en equipo multipro- fesional son las mejores estrategias para alcanzar la meta de seguridad de los pacientes dentro de las organizaciones de salud. Los sistemas de clasificación de errores pueden ser es- pecíficos de la especialidad y reflejar el ámbito práctico de cada especialidad. Se han elaborado diferentes clasificacio- nes para adaptarse a campos como la medicina de laborato- rio, anestesia, práctica general, Otorrinolaringología (ORL), etc. En ORL, por ejemplo, las áreas críticas que parecen ser la causa más común, por orden de frecuencia, son: errores técnicos (19,3% de todos los errores), errores de medica- ción (13,7%), errores relacionados con las pruebas (10,4%), errores en la planificación quirúrgica (9,9%), errores rela- cionados con el equipo (9,4%), errores postoperatorios (8,5%), cirugía errónea (6,1%). Para analizar y planificar cómo remediar un proble- ma, primero es necesario recoger datos sobre el mismo y resumirlos. Las estrategias de recogida de datos incluyen: revisión retrospectiva de informes, monitoreo del desempe- ño, informes de incidentes anónimos, auditoría de eventos y análisis de quejas y demandas judiciales. Cada estrategia tiene fortalezas únicas y ninguna es suficiente por sí misma. El análisis de incidentes es un método potente de aprendizaje sobre las organizaciones de salud. La adopción de protocolos o cambios organizativos en el área donde el error se haya encontrado como más probable de que ocurra conduce, con garantías, a mejoras en la seguridad del pa- ciente. Un método no punitivo de notificación de incidentes es una estrategia clave que debe ser considerada por los centros médicos en un intento por reducir los errores. Si este es el objetivo, no sólo los incidentes, sino también los cuasi accidentes tienen que ser documentados, donde un cuasi accidente se define como: "cualquier acción o con- dición que podría haber causado una lesión o daño". Estos cuasi accidentes son herramientas útiles, que apoyan la se- guridad del paciente, ya que dan una visión más amplia de la cuestión. Debemos diferenciar el EM de la mala praxis (MP) y sus variantes como la infracción o la imprudencia, negligencia, la mala fe, el abandono, impericia, el abuso; y es importante diferenciarlos, puesto que la conducta a seguir es diferente en cada una. El EM resulta de una equivocación, siempre que se compruebe haber actuado con sinceridad, buena fe, se cumpla con las reglas del arte y ciencias médicas ( Lex Artis ) y haber realizado todo lo que esté al alcance de las condi- ciones concretas de su medio de trabajo, con el fin de ob- tener un diagnóstico oportuno y prestar la mejor atención a las personas. El exceso de horas, la sobrecarga laboral y la fatiga mental y física que afectan al rendimiento y al manejo de los pacientes son el prefacio –que no excusa– de una reali- dad cada vez más frecuente: el Error Médico . La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos ha elaborado un documento (8) en el que define la jornada laboral del médico español como tóxica para su salud (el 30% sufre el síndrome de agotamiento) y para la de sus pacientes, y que por consiguiente, la posibilidad de que un facultativo cometa un error en un turno largo se multiplica por siete.
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