Revista nº 806

Azpitarte-Almagro Doctor Antonio Azpitarte Rubio Actualidad Médica · Número 806 · Enero/Abril 2019 Páginas 62 a 67 · 63 · ETAPA DE FORMACIÓN Antonio, por lo que enseguida veremos, debió ser un esco- lar aplicado, pero no tengo ningún conocimiento de esta época. Llegó a Granada a finales del verano de 1921 para estudiar me- dicina, alojándose en lo que entonces se llamaba “una casa de huéspedes”. Una de sus primeras amistades fue Enrique Jiménez Herrera, estudiante de derecho que más tarde ingresaría en la carrera judicial y que, andando el tiempo, le prestaría un servi- cio de incalculable valor. Especial amistad tuvo con alguno de sus condiscípulos; p. ej., con Federico Garrido, uno de los hijos del mítico don Fermín, o con Juan Peña Tercedor, que cultivó la hidro- logía médica y tuvo un papel importante en los primeros pasos del Seguro Obligatorio de Enfermedad en Granada, o con Emilio Muñoz Fernández, linarense eminente, que fue catedrático de farmacología y Rector Magnífico de la Universidad de Granada (1960-1968). En esta curiosa foto (figura 2), la única que conservo de su etapa estudiantil, la flecha señala a un jovial Antonio, celebrando su ingreso como alumno interno. Está realizada en la puerta del Ecce Homo de la catedral y es llamativo que en ella no aparezca ninguna mujer; se ve que el “empoderamiento femenino” aún es- taba por llegar. Los nuevos internos se identifican por llevar una flor en el ojal y portar un bastón, más bien una vara de mando, como signo de su nueva dignidad. No falta en la foto un ejemplar frecuente de la época: el mozalbete que, agarrado a la verja, as- pira a ser inmortalizado para la posteridad. El antecedente, más tranquilo digamos, de los que ahora realizan saludos espasmódi- cos cuando advierten el enfoque de las cámaras. Antonio fue un estudiante excepcional; logró Matrícula de Honor en todas las asignaturas de la carrera y se graduó con Pre- mio Extraordinario. Nada más terminar la carrera fue nombrado Ayudante de Clases Prácticas en la Cátedra del profesor Pareja Yévenes y en 1930 fue elevado al cargo de Auxiliar de la Cátedra de Patología Médica del profesor Escobar Manzano. Estas labores clínicas las simultaneó con su adscripción al Laboratorio de Fisio- logía del profesor Sopeña, en donde se encontraba el primer – y único – electrocardiógrafo del hospital. En 1932 ocurre un hecho señalado para su formación: la Junta de gobierno de la Universidad de Granada lo pensiona para ampliar estudios en Viena. Las salidas al extranjero tenían mala prensa en algunos sec- tores reaccionarios de la Universidad española. Véase p. ej. este párrafo de un profesor de Salamanca (2): Con frecuencia, estas pen- siones de la Junta de Ampliación de Estudios se conceden a quienes luego vuelven – atención al lenguaje – “con la cabeza llena de humo y el corazón tan ensoberbecido que no encuentran palabras para menospreciar y vilipendiar las cosas de España. Les basta poder hablar de París o de Berlín para considerarse hombres superiores venidos de otro mundo, redactando memorias que, con más tran- quilidad y sosiego, hubieran escrito sin salir de España». SU ESTANCIA EN VIENA Antonio, si es que alguna vez los leyó, hizo caso omiso de estos consejos y se plantó en Viena, cuya Facultad de Medicina arrastraba un enorme prestigio desde el siglo XIX con figuras como Rokitansky y Skoda. En los ambientes médicos centroeuropeos se decía con cierta ironía que “si te ponías muy enfermo, tenías que acudir a Viena para que te diagnosticase Skoda y luego Rokitansky verificase la idoneidad del diagnóstico … en la necropsia” . El Profesor Jefe del Departamento de Medicina era Karel Frederik Wenckebach (figura3) que ha pasado a la historia de la cardiología por la descripción de un tipo especial de bloqueo auri- culoventricular de segundo grado.Pero con quién trabajó más es- trechamente fue con David Scherf (figura3), un joven médico judío al queWenckebach había conferido importantes responsabilidades en el ámbito de la cardiología. Unos años más tarde, el brillante porvenir de Scherf se vio truncado por la marea ascendente del nazismo y la consiguiente animadversión hacia los judíos. Forzado a abandonar la clínica de Wenckebach, tomó la sabia decisión de emigrar a Nueva York. Desde su llegada fue nombrado profesor de Medicina y Director de Cardiología del New York Medical College, donde permaneció hasta su jubilación, después de una exitosa ca- rrera como clínico e investigador(3). Yo creo que la estancia de Antonio en Viena fue algo más que el mero aprendizaje de la cardiología de entonces en un ámbito de excelencia. Valga, como ejemplo de sus inquietudes, la conferencia que dictó a su vuelta sobre “El Psicoanálisis” en el Centro Artístico Figura 1. Guadalupe Rubio Salcedo y José Azpitarte Sánchez, a finales del siglo XIX. Figura 2. Los nuevos alumnos internos celebran su ingreso, rodeados de profesores y condiscípulos. La flecha señala a un jovial Antonio. Figura 3. Karel Frederik Wenckebach (1864-1940) y David Scherf (1899-1977).

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