Revista nº 806
Azpitarte-Almagro Doctor Antonio Azpitarte Rubio Actualidad Médica · Número 806 · Enero/Abril 2019 Páginas 62 a 67 · 66 · “El nacimiento de la Sociedad Española de Cardiología se debe en gran parte a la labor, entusiasmo y esfuerzo de Antonio Azpitarte Rubio, prestigioso cardiólogo de Granada. Fue un autén- tico elemento catalizador. Desde 1941, hasta lograr su propósito en 1944, Azpitarte Rubio se dedicó a realizar una serie de contactos epistolares con médicos interesados en la cardiología, sobre la ne- cesidad de constituir la Sociedad Española de Cardiología, culmi- nándose el acto de fundación de esta durante el Primer Congreso Nacional de Cardiología celebrado en Madrid los días 24, 25 y 26 de noviembre de 1944”. En realidad, Antonio Azpitarte no pudo asistir a este congre- so fundacional. En el prefacio de la tercera ponencia del siguiente, celebrado en Barcelona en diciembre de 1947, lo explicaba vela- damente(8): “En el I Congreso Nacional de Cardiología, al que una tristísima circunstancia no nos permitió asistir, fuimos encargados de redactar una de las ponencias de este Congreso”. La triste cir- cunstancia a la que aludía no era otra que la muerte de esta pre- ciosa niña (figura7) – mi hermana Matilde – a consecuencia de una glomerulonefritis aguda contraída después de pasar la escarlatina. La Sociedad Española de Cardiología fue muy importante para él, lo mismo que su querida Revista Española de Cardiología. Contó con muchos amigos y concitó el respeto generalizado por su pon- deración y mesura. El más apreciado de sus amigos fue, sin duda, Francisco Vega Díaz, tercer presidente de la SEC y un hombre de personalidad arrolladora (figura 8). La amistad entre Vega Díaz y Azpitarte se fraguó nada más terminar la guerra civil y ser desmantelado el ejército republicano. Un día se le acercó sigilosamente en la facultad el Prof. Torres López y le dijo:─ hay en la cárcel un médico que se llama Vega Díaz y dice ser cardiólogo, discípulo de Jiménez Díaz ─ . Mi padre no lo conocía, tenía solo una vaga referencia de él, pero no dudó en acudir a la prisión provincial donde encontró a un atribulado Vega, cuya mayor preocupación era la de su mujer, Lola, que estaba en una modestí- sima pensión de la calle San Matías con una hija de pocos meses. Antonio le tranquilizó, prometiéndole que no les faltaría nada mien- tras estuviesen en Granada. Y así fue, con el concurso naturalmente de mi madre. A los pocos meses Paco fue liberado de la prisión, gracias a la mediación del juez amigo de mi padre, Enrique Jiménez Herrera, que convenció al tribunal militar de que allí no había causa, pues el prisionero se había limitado a dirigir la sanidad en el ejército republicano del sureste, sin haber participado en ninguna acción de guerra. Glosar la personalidad desbordante de Paco Vega sería inútil porque nos llevaría mucho tiempo y en todo caso sería siem- pre peor que la necrológica realizada por don Pedro Laín Entralgo a su muerte en el diario El País (9). Aquí me basta, únicamente, dejar constancia de la amistad fraterna que surgió en la prisión provincial de Granada y que ya nunca les abandonó. En 1961, Azpitarte presidió el VI Congreso Nacional de Cardio- logía celebrado en Granada y, en 1964, fue nombrado Presidente de Honor de la Sociedad Española de Cardiología en Barcelona, “en atención a los méritos contraídos como fundador”, según rezaba la placa conmemorativa que le fue otorgada. EL SERVICIO DE CARDIOLOGÍA DE SAN JUAN DE DIOS Pero volvamos de nuevo un poco atrás. En 1950, la Dipu- tación Provincial de Granada que detentaba la titularidad del varias veces centenario Hospital de San Juan de Dios, decidió crear un Servicio de Cardiología cuya jefatura obtuvo tras reñida oposición. Aquí encontró el hábitat apropiado para transmitir sus conocimientos y experiencia a los médicos jóvenes que se le aproximaban. El Servicio se constituyó en un faro de la cardiolo- gía en Andalucía Oriental. Sería prolijo enumerar a todos sus dis- cípulos, pero no quiero dejar de mencionar a los que fueron más constantes. Francisco García Aguilera, Fernando Peso Cortes y José Antonio Serrano Jiménez, entre los que se establecieron en Granada; Tomás Fernández Amela, que se asentó en Jaén; Ma- nuel Eliche Ruiz, en Córdoba; Hilario Pérez Mantas, en Santa Fe; José Ortega Fons, en Málaga, y Francisco Mingorance de la Torre en el Hospital Insular de las Palmas. También quiero recordar, por último, a Salvador Laguna Sorrosal que abandonó Madrid para venir a Granada y realizar las primeras intervenciones a co- razón cerrado que se hicieron en la ciudad. La gran mayoría de ellos ya no están entre nosotros; afortunadamente, el último de sus discípulos, José Antonio Serrano, sin duda uno de los más queridos por él, nos acompaña esta noche. Para el Servicio de Cardiología que dirigía, adoptó el lema de la familia Granada Venegas – “ el corazón manda ” – que se encuentra justo encima de la puerta de acceso a la Casa de los Tiros. No sé si este lema es una arenga guerrera como sostienen unos o, por el contrario, una llamada a la paz como sugieren otros. Me atrevería a decir que mi padre lo adoptó como mensa- je a sus discípulos, señalándoles que el corazón tenía que ser el objeto de sus desvelos, más aún si era herido por la enfermedad, representada en este caso por la espada que lo atraviesa. Pero no todo fueron rosas; también hubo alguna espina. Hacia 1963 – no sé precisar la fecha exacta – Antonio sufrió un lacerante desengaño. Un día, don Julio Peláez, catedrático de Patología Médica con el que mantenía una excelente relación, lo citó para hablar de un asunto que podía interesarle. Se trataba de un proyecto para crear la Escuela de Aparato Circulatorio en Granada, adscrita a la Facultad de Medicina. Le dijo que se po- dían aprovechar las sinergias del Hospital Clínico y el Hospital de San Juan de Dios y le ofreció el cargo de subdirector, reserván- Figura 7. Matilde Azpitarte Almagro (1938-1944), fallecida por una glomerulonefritis aguda después de una escarlatina. Figura 8. Francisco Vega Díaz (1907- 1995), eminente cardiólogo, tercer presidente de la Sociedad Española de Cardiología y gran amigo de Antoniodesde que se conocieron en circunstancias dramáticas.
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