Revista nº 807

Campos-Muñoz Balmis en su bicentenario Actualidad Médica · Número 807 · Mayo/Agosto 2019 Páginas 137 a 139 · 138 · En efecto desde los virreinatos del Perú y Nueva Granada y muy concretamente desde la ciudad de Santa Fe de Bogota llegan a la península en 1802 escritos con noticias sobre las epi- demias de viruela que asolan dichos territorios y en ellos no solo se da cuenta de lo que allí sucede sino que se pide expresamen- te la participación del Rey en la solución del problema (3) (4). El 6 de Junio de 1803 una Real Orden de Carlos IV dispone que se organice una expedición científica para llevar a América el eficaz remedio de la vacuna. El Consejo de Indias y la Junta de ci- rujanos de Cámara formada por figuras como Ignacio Lacaba, An- tonio Gimbernat y Leonardo Galli, aprueban el proyecto de expedi- ción que presenta Francisco Xavier Balmis, el cual recibe por nom- bramiento real el encargo de dirigir la expedición. La originalidad de su proyecto consiste en trasladar la vacuna a América a través de una cadena humana formada por niños. Estos conservarían el virus vacunal durante la travesía mediante la inoculación sucesiva de dos niños cada semana a partir de las pústulas de los vacunados previamente la semana anterior (2) (3). Francisco Xavier Balmis y Berenguer, el director respon- sable de la expedición, forma parte junto a hombres como Mateo Seoane o Ignacio Ruíz de Luzuriaga de una generación de cirujanos y médicos ilustrados que intentaron introducir el espíritu de la ilustración en España y modernizar científica- mente nuestra sociedad. Se trata de un cirujano que, cuando es designado, goza de un importante prestigio en el desarrollo de las vacunas en España tras haber sido uno de los mas fer- vientes partidarios en nuestro País de Edward Jenner (Fig.3), el descubridor de la vacuna, y haber traducido por primera vez al español el tratado sobre la vacuna de Jacques Louis Moreau de la Sarthre que luego distribuiría en América en el curso de la Expedición. Con anterioridad Francisco de Balmis había par- ticipado como medico militar en varias campañas y trabajado durante mas de diez años en México, virreinato en el que se había interesado por la botánica y muy especialmente por las propiedades curativas de las raíces del ágave y de la begonia, una de cuyas especies – la Begonia balmisiana – fue posterior- mente bautizada con su nombre (5)(6) La Real Expedición parte de La Coruña el 30 de Noviem- bre de 1803 y tras vacunar en Canarias y cruzar el atlántico llega primero a Puerto Rico y más tarde a Venezuela, lugar en el que se reorganiza y se divide en dos. Una de las ramas de la expedición , la dirigida por el subdirector José Salvany, propa- ga la vacuna por toda la América meridional arribando sucesi- vamente a Cartagena de Indias, Santa Fe, Quito, Lima, Arequi- pa, La Paz, Cochabamba -donde muere Salvany- y, finalmente, a Chile. La otra rama de la expedición, con Balmis a la cabeza, se dirige primero a Cuba y más tarde a Centroamérica y Mé- xico. Desde Acapulco la expedición cruza el Pacífico y llega a las islas Filipinas. Con posterioridad, y tras vacunar también en Cantón, Macao y la isla de Santa Elena, regresa a España a los tres años de su partida en 1806. La rama de la Expedición, inicialmente dirigida por Salvany extendería su actividad hasta 1810 por América del Sur (2)(3)(5)(6). EL CARÁCTER PIONERO DE LA REAL EXPEDICIÓN DE LA VACUNA Si como dice el diccionario pionero es quien abre nue- vos caminos en una actividad determinada, la expedición de la vacuna es pionera en al menos cuatro actividades absoluta- mente esenciales en la sanidad de nuestro tiempo. En primer lugar en la necesidad de que los gobiernos adopten medidas destinadas al proteger la vida y la salud de sus ciudadanos. La decisión de enviar y financiar la expedición, tomada en su día por Carlos IV tras oir al Consejo de Indias y a la Junta cirujanos de cámara, con el solo objeto de prevenir la viruela a los súb- ditos de la Corona donde quiera que habitasen, constituye un hito en política sanitaria preventiva a gran escala, que ningún otro gobierno de la época fue capaz de impulsar (7)(8)(9). En segundo lugar la Real Expedición es también pionera en el modo de impulsar, propagar y preservar la vacuna y la actividad vacunadora. Y no solo, por supuesto, en lo que al ca- rácter científico se refiere –estableciendo una cadena humana entre España y América y entre esta y Filipinas- , sino, sobre todo en lo que atañe a la propia institucionalización del proceso de vacunar en los territorios visitados. Concretamente en cada territorio los expedicionarios crean una Junta de Vacunas con el personal adiestrado y los registros necesarios para continuar con el proceso de vacunación una vez finalizada la visita (8)(9). La Real Expedición de la Vacuna es pionera también, en tercer lugar, en la educación sanitaria. Balmis y los expediciona- rios portaban consigo dos mil libros sobre el modo de vacunar que fueron distribuyendo en las Juntas de Vacunación creadas y que constituyeron el manual formativo en el que realizaron su aprendizaje los distintos colaboradores pertenecientes al País visitado (8)(9). En una cuarta actividad es también pione- ra la Expedición Balmis; en concreto, en un moderno concepto de cooperación sanitaria según el cual la colaboración entre los países ha de basarse en un proceso de transferencia de co- nocimiento y de tecnología destinado a alcanzar ,sin ninguna reserva y lo antes posible, la independencia y la autosuficien- cia de aquellos que la reciben. Creo que el significado de esta labor y de este logro lo resume magistralmente el Profesor Ignacio Chavez , ilustre médico y científico mejicano, cuando afirma que con esta expedición "España escribió una de las páginas mas limpias, mas humanas y de más autentica civiliza- ción que jamás se haya escrito en la historia" (8)(9). Figura 2. Salida de la Expedición del puerto de la Coruña Figura 3. Edward Jenner

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