Revista nº 808
Moreno-Madrigal y Pineda-Terreros Miasis por Dermatobia hominis Actualidad Médica · Número 808 · Septiembre/Diciembre 2019 Páginas 184 a 186 · 185 · Discusión La miasis puede ser clasificada de acuerdo al área de loca- lización: cutánea, nasofaríngea, ocular, ótica, intestinal y uroge- nital, (3)(4)(5) siendo la primera la forma clínica más frecuente, dividiéndose en miasis forunculosa, migratoria y traumática (he- ridas). En América, la forma más frecuente de miasis forunculosa es producida por la larva de la mosca Dermatobia hominis , per- teneciente a la familia Oestride (3). Es frecuente en áreas tro- picales de Latinoamérica, siendo endémica en una distribución que va desde México hasta el norte de Argentina, principalmen- te en zonas boscosas o montañosas, cálidas y húmedas, rara vez se le observa a una altitud por encima de los 1400 metros sobre el nivel del mar (6). Parasita a bovinos, cerdos, ovejas, cabras, gatos, perros, caballos, mulas, monos, tucanes y al ser humano. Es una plaga importante en el ganado de América Central y Brasil (2). Sólo se observan comunicaciones de casos humanos de ma- nera esporádica y aislada, aunque en algunas regiones de Pana- má se estima que 6 de cada 7 hombres contraen la enfermedad durante su vida (6). Existe una cantidad de casos reportados a nivel mundial debido a la importación de larvas después de via- jes por motivos turísticos o profesionales a selvas de Centro y Sudamérica (principalmente en Estados Unidos, Europa y Japón, representando el 10% de las dermatosis tropicales importadas en París, Francia) (7) y es la cuarta causa global de enfermeda- des cutáneas del viajero (3). El hallazgo de infestación por larvas aparentemente de Dermatobia hominis en pacientes que jamás han visitado el Nuevo Mundo (adquiridos particularmente en África y Asia) podría corresponder a errores de identificación taxonómica, ya que se considera a esta especie exclusiva del continente americano (5)(8). En México el parásito es conocido como “colmoyote” y la lesión se denomina “torsel”; en otras zo- nas son llamados “gusanos de Cayena” o “gusanos macacos”. En Argentina los forúnculos se llaman “ura”, en Colombia “tórsalo” o “nuche” y en Brasil se conoce como “berne” (9). La mosca adulta mide entre 12 y 16 milímetros de largo, su tórax es de color pardo, mientras que su abdomen exhibe un color azul metálico. No es una especie hematófaga. Luego del apareamiento, la hembra grávida vuela en busca de un vector mecánico para sus huevos. Es capaz de producir entre 100 y 400 huevos durante su vida de 8 o 9 días de duración. Es entonces el intermediario y no la mosca, el encargado de transmitir los huevos hasta su hospedador definitivo (6). Los portadores al- canzan casi 50 especies de dípteros, en su mayoría mosquitos hematófagos y una garrapata ( Amblyomma sp.) (2). A los 6 días estos huevos están ya maduros y la larva sale estimulada por el calor de la piel del sujeto picado por el insecto. Cada larva se sitúa debajo de la piel con los orificios respiratorios hacia la apertura exterior y con el aparato bucal-fijador hacia adentro, donde prosigue su maduración. Pasa por tres periodos larvarios en un lapso de unas 5-10 semanas, llegando a poder alcanzar hasta 2-2.5 centímetros de longitud y sale a través de la apertu- ra, cayendo al suelo donde posteriormente se convierte en pupa y en aproximadamente 2 semanas en mosca, con una vida media de 9-12 días (1)(2)(6). El diagnóstico es eminentemente clínico. Debe basarse en el antecedente de haber visitado o haber vivido en un sitio en- démico 5 a 10 semanas antes de consultar al médico. La confir- mación se logra a través de la extracción de la larva. Es muy ca- racterística la presencia de una lesión forunculoide con un punto central y salida de material serosanguinolento a través de éste y sensación de hormigueo bajo la piel, inicialmente con prurito y más adelante con dolor punzante espontáneo o a la presión, y ocasionalmente se observa el movimiento del poro respirato- rio (10). Estas lesiones suelen localizarse en zonas expuestas, siendo las más frecuentes la piel cabelluda, cara, tórax, brazos y piernas. También existen comunicaciones de lesiones en zonas normalmente cubiertas por ropa y calzado, como escroto, pene, vagina y talón, y existe al menos un caso anecdótico de miasis cerebral en el que la larva penetró a través de la fontanela de un niño (6). Generalmente se trata de una lesión única, aunque se han descrito algunos pacientes con lesiones múltiples (10). Puede encontrarse linfadenopatía regional. Algunos estudios, en es- pecial el ultrasonido, han demostrado ser de utilidad. En casos selectos (como cuando la larva se presenta como una masa or- bitaria), la tomografía axial computarizada ha sido un método esclarecedor (5)(6). También se han descrito técnicas de inmu- nodiagnóstico, como el ELISA indirecto, aunque muy rara vez se utilizan (9). Los diagnósticos diferenciales son masas tumorales con proceso inflamatorio, forunculosis, dracunculiasis, picadura de insecto, impétigo, larva migrans folicular, herpes zóster, deli- rio de parasitosis, sobreinfección de un quiste sebáceo, reacción alérgica local, molusco contagioso o lesiones por Sarcoptes sca- biei . Las complicaciones más comunes son sobreinfección bacte- riana y celulitis (6). Los tratamientos descritos son oclusión intermitente del respiradero durante 1 o 2 horas con una variedad de productos, como gasas vaselinadas o, de manera anecdótca, elementos un- tuosos (como parafina, tocino, carne cruda, mantequilla o grasa Figura 1. Figura 2. Figura 3.
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