Revista nº 811

Merino-Coy G, et al. | Mononucleosis en un hospital de segundo nivel asistencial Actual Med. 2020; 105(811): 174- 181 175 Epstein-Bar was positive on 29 patients, positive for cytomegalovirus on 1 patient and negative for both on 12 patients. The most frequent symptoms presented were fever (66.7%), odynophagia (73.3%) and dysphagia (62.7%). The alteration of the hepatic enzymes was observed on an 81.6%. Admission were made by internal medicine (44.4%), otorhinolaryngology (33.3%) and paediatrics (16.7%). The 55.5% (25) of patients was following a treatment with antibiotics at the moment of the admission. Conclusion: Mononucleosis usually presents mild symptoms and low rates of hospital admission. Asthenia has showed, in a significant way, a symptom linked to EBV mononucleosis. Neutropenia, thrombocytopenia, and elevated transaminases are the most distinctive laboratory features in EBV infectious mononucleosis. Training of primary care physicians would be useful in order to avoid the use of unnecessary antibiotics Mononucleosis infecciosa (MI) es el término con el que Sprunt y Evans, en 1920, denominaron a una en- fermedad infecciosa aguda caracterizada por fiebre, faringitis y linfadenopatías cervicales, acompañada por la presencia de grandes linfocitos atípicos en sangre periférica (1,2). Es también conocida como fiebre glandular o “enfermedad del beso”. El 90% de los casos son causados por la infección primaria del virus de Epstein-Barr (EBV) (3), siendo el segundo agente causal más común el citomegalovirus (CMV), que causa entre el 5 y el 16% de los casos (2,4). Otros agentes que deben ser tenidos en cuenta en el diag- nóstico diferencial son la toxoplasmosis, el herpes- virus humano 6 (HHV-6), el herpesvirus humano 7 (HHV-7), los adenovirus, la rubéola, el virus del herpes simple (VHS), el virus de la influenza/parain- fluenza, los rinovirus, los coronavirus o la infección aguda por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (2,5). El virus de Epstein-Barr, es un virus ADN pertene- ciente a la familia de los Herpesviridae, designado formalmente como herpesvirus humano 4 (HHV-4). La infección por EBV está mundialmente extendida y se estima que más del 90% de la población adulta ha sido infectada y posee anticuerpo para el virus. Generalmente se adquiere a través de familiares o personas cercanas, por el contacto de las secreciones orales. Presenta dos picos de incidencia, uno durante la infancia y un otro en la adolescencia o adultez tem- prana. La infección en los niños suele pasar clínica- mente desapercibida. Sin embargo, con el aumento de los estándares de higiene en el mundo desarrollado, la infección primaria se retrasa cada vez más, hasta la segunda o tercera década de la vida. Esto puede conducir a un cuadro de MI, cuyos síntomas varían de leves a graves, que puede tardar entre una y seis semanas en resolverse. La proporción de infecciones primarias tardías que presentan síntomas varían de un 25% a más de un 80% según diferentes informes, lo que probablemente se deba a las diferencias en ri- gor del seguimiento y la monitorización clínica. Los factores que determinan si la infección primaria por EBV es asintomática o se presenta como MI no se conocen bien, aunque parece claro que la edad a la que se adquiere el virus es importante. Así pues, los adolescentes y adultos jóvenes presentan más riesgos que los niños de desarrollar el cuadro clínico (1,6). La MI suele ser diagnosticada de manera clínica, basando el diagnóstico en los signos y síntomas ca- racterísticos de la enfermedad, que incluyen linfade- nopatía, fiebre, odinofagia y astenia. Sin embargo, la sola presencia de dichos signos y síntomas no pro- porciona un diagnóstico definitivo. Para llevar a cabo dicho diagnóstico, se utilizan diversos test serológi- cos, como son la detección de anticuerpos heterófilos o de anticuerpos IgM para los antígenos de la cáp- sida viral (VCA) (6,7). Las pruebas de anticuerpos heterófilos, que fueron descritas por Paul y Bunnell en 1932, se utilizan en el diagnóstico tanto de niños como de adultos. La infección primaria por EBV in- duce la actividad de estos anticuerpos circulantes (IgM) dirigidos contra antígenos virales que reaccio- nan de forma cruzada con antígenos encontrados en glóbulos rojos de diferentes mamíferos, como la oveja y el caballo. Un título mayor o igual a 40 es diagnós- tico de infección aguda por EBV en un paciente con sintomatología compatible. Para hace un diagnóstico definitivo de infección por EBV se utiliza la prue- ba de detección de anticuerpos IgM e IgG específi- cos contra antígenos de la cápside viral (VCA). Las respuestas de IgM para VCA se detectan en más del 90% de los pacientes con diagnóstico clínico de MI y suelen desaparecer en 8 a 12 semanas, por lo que es útil para detectar la infección aguda. El anticuerpo IgG contra VCA se utiliza para evaluar la exposición previa al virus, pero no es útil para el diagnóstico de la infección aguda, ya que sus títulos se elevan más tarde, alcanzando su pico máximo después de la res- puesta de la IgM, meses más tarde del inicio de los síntomas de MI, aunque persisten a niveles reducidos de por vida (6-8). La infección por EBV (ya sea sintomática o asintomá- tica) se ha asociado con una gran cantidad de afeccio- nes neoplásicas y autoinmunes, según lo revisado por Odumade et al. (9). En términos de infección sinto- mática por EBV, un historial de mononucleosis infec- ciosa es un factor de riesgo importante para el linfoma de Hodgkin, así como para la esclerosis múltiple. La razón por la cual estas enfermedades y la infección primaria sintomática por EBV están relacionadas no INTRODUCCIÓN

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