Revista nº 814
Cirugía de otoesclerosis | Jurado Anillo MA, et al. Actual Med. 2021; 106(814): 250 246- 251 La otoesclerosis, aunque en una enfermedad poco frecuente, provoca el 10% de todas las hipoacusias diagnosticadas y alrededor del 20% si tenemos en cuenta únicamente las hipoacusias transmisivas (1). Tradicionalmente, esta enfermedad suele presentarse con más frecuencia en mujeres, como ocurre en nuestra serie de casos. Asimismo, el rango de edad de aparición de la enfermedad oscila entre los 41 y 53 años como ocurre en estudios similares al nuestro (2,9). La utilización de estudios de prueba de imagen para la cirugía de otoesclerosis primaria no es estrictamente necesaria a priori, dado que el gold standard para el diagnóstico es el criterio clínico. La solicitud de las pruebas de imagen suele reservarse para los casos dudosos, ayuda en el diagnóstico diferencial, la graduación y localización ante o retrofenestral de la osteodistrofia así como en la evaluación de posibles complicaciones postquirúrgicas de estos pacientes. La TC de alta resolución del hueso temporal es la prueba de imagen de elección en estos casos, siendo la resonancia magnética un examen complementario para descartar entidades simuladoras y algunas complicaciones postquirúrgicas. (2,10). La estapedotomía y la estapedectomía son procedimientos bien establecidos en el tratamiento quirúrgico de la otoesclerosis con buenos resultados generando niveles satisfactorios de audición. En la bibliografía más reciente existe una cierta predilección de los autores por la estapedotomía por su bajo riesgo de complicaciones y excelentes resultados auditivos (1,8). También en nuestro centro, es la modalidad de tratamiento preferida. Podemos destacar que se han seguido los criterios de la AAO-HNS para la evaluación del ABG postquirúrgico en la audiometría, siendo ésta actualmente la variable más usada para evaluar el éxito postquirúrgico (1,6,7). Durante el seguimiento postquirúrgico, se suelen realizar varios controles audiométricos pero éstos pueden ser variables hasta pasado un año tras la cirugía, por lo que en la mayoría de series de casos suele considerarse esta determinación como la más fiable, aunque en ocasiones, el seguimiento a largo plazo de estos pacientes no sea sencillo. (1,8) La tasa de éxito tras el tratamiento quirúrgico que hemos obtenido en nuestro estudio, definida como el cierre del ABG postquirúrgico, es comparable a otros estudios recientemente publicados en la literatura. Así, Dhooge et al. en Bruselas, que presentó <10 dB en el 70,7%, entre 11-20 dB en el 21,5%, con un total de éxito de la cirugía del 92.2% (1). Czerwinska et al. en Polonia obtuvo resultados <10dB en 76,15% de sus pacientes y entre 11-20 dB en 14,61% con un total de éxito de la cirugía en un 90,76% (5). Y Khorsandi et al. en Irán también presentó una alta tasa de éxito con <10 dB de 93,6% (9), siendo todos estos resultados similares a lo que hemos obtenido en nuestro estudio. Nuestro número de muestra aún es limitado pero los resultados son comparables y similares a otros estudios, mostrando que la diferencia de éxito entre ambas cirugías no tiene significación estadística e indicando que no influye la realización de un tipo de técnica en detrimento de la otra. Estos datos promueven a seguir recopilando información a lo largo de los años y así conocer si nuestras conclusiones siguen siendo comparables a otros estudios realizados (1,5,8,9,10). Cuanto mayor sea nuestra curva de aprendizaje y más especializados sean nuestros cirujanos, mejores podrán ser nuestros resultados (8,9). Con respecto a las complicaciones, en los numerosos estudios revisados no se menciona la pérdida en frecuencias agudas tras la intervención quirúrgica, dato que suele ya estar alterado de base (muchas otoesclerosis diagnosticadas en consulta ya presentan afectación coclear) pero que en nuestro estudio hemos podido observar que se presenta de novo en algunos pacientes, o como empeoramiento de la pérdida neurosensorial de base. Esto puede estar justificado por la manipulación de la ventana oval durante la cirugía y con ello provocar trauma acústico. Pensamos que sería interesante recoger esta variable en sucesivos estudios con un mayor tamaño muestral para intentar esclarecer este hallazgo. Hay estudios que han encontrado mejores resultados audiométricos postoperatorios en oídos derechos; en cambio, otros mencionan que el lado del oído afectado no influye (9). En nuestro estudio se han observado mejores resultados en lo que respecta a la pérdida de frecuencias agudas postquirúrgica de los oídos derechos, mejorando en algunos casos la pérdida auditiva que presentaban. No obstante, aunque este dato nos parece interesante, no podemos extraer conclusiones fiables y debe ser estudiado más profundamente en sucesivos estudios (9). En cuanto a la complicación más temida por los otorrinolaringólogos en este tipo de cirugía, la cofosis, en nuestro estudio hemos detectado únicamente 2 casos (4%), porcentaje que se asemeja a otros estudios publicados. La adaptación audioprotésica está recomendada en los pacientes que presentan una pérdida auditiva neurosensorial previa, consiguiendo un gap aéreo- óseo más reducido tras la cirugía y con ello una mejor adaptación. En nuestro caso, aproximadamente la mitad de los pacientes a los que se les indicó audioprótesis se adaptaron correctamente. Este dato refleja la importancia de una correcta labor por parte del audioprotesista y también la necesidad de colaboración de los pacientes, no siendo pocas las ocasiones en las que la adaptación llega a ser un fracaso incluso con necesidad de la misma. DISCUSIÓN
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