Revista nº 814

Alfonso X “El Sabio” | Lupión Cruz, E 306 Actual Med. 2021; 106(814): 303- 311 Se puede decir que Alfonso tenía un “alto concepto de sí mismo” . 20 Orgulloso de su linaje, fue elegido, mater sucessionis , emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en 1257, el denominado fecho del imperio , con los costes que ello conllevó y las protestas de la nobleza castellana, aunque, precisamente por las dilaciones, que los males que le aquejaban provocaron, en su cita con el papa Gregorio X, y la falta de confirmación por éste al nombramiento, posiblemente ante el aspecto de muy grave enfermo del monarca, finalmente Alfonso tuvo que renunciar al mismo, ya a finales de 1274, lo que representó una gran frustración para el monarca, que sin duda incidió, de forma muy negativa, en su ánimo. A esas circunstancias descritas, se unirían sus vivencias bélicas, y la continua presión de una nobleza que se resistía a aceptar sus normas, como ya se ha ido exponiendo y como se desprende de algunos pasajes de Crónicas de ese tiempo y de las propias Cantigas . Todo ello favorecería la aparición en la esfera de su psiquismo de un muy posible cuadro depresivo , desde etapas tempranas. Una alteración que, con independencia de la afectación que le ocasionaban sus padecimientos físicos, iría evolucionando hacia un contraste entre etapas en las que manifestaba una gran actividad, alternando con otras de absoluta pasividad y desgana, sobre todo para sus actuaciones bélicas o políticas , 21 es decir, lo que hoy se viene denominando como trastorno bipolar , que se podía observar en los intensos cambios de ánimo del monarca, alternando por lo general unos episodios de euforia, irritabilidad y energía, e incluso raptos de cólera, con otros, depresivos, de melancolía, tristeza o desesperanza. 22 U n trastorno que vendría acrecentado, posiblemente tanto por la muerte, en 1275, de su primogénito y heredero al trono, el infante don Fernando de la Cerda, cuando éste se dirigía a hacer frente a una nueva invasión norteafricana en Andalucía, como por los posteriores enfrentamientos con su segundo hijo, el infante don Sancho, que pretendía la sucesión al trono, el abandono de su esposa y su forzado retiro a la capital hispalense hasta su fallecimiento. Habría que añadir, además, que parece ser que el monarca mostraba una desmedida fijación por el número siete . 23 Por otra parte, en cuanto a los iniciales datos de enfermedades del monarca los encontramos a partir de 1263 , 24 c uando Alfonso X se hallaba en la frontera andaluza "sufriendo muchas enfermedades" . Y en 1269, en el Llibre dels feyts , de su suegro, Jaime I, se refiere que éste tuvo que acudir, con su médico personal, para asistir a su yerno, Alfonso, que había sufrido la coz de un caballo . Para Delegado Roi g 25 y Kinkade, 26 parece ser que la coz pudo impactar en la región facial izquierda ; 27 derivando la fractura que le debió ocasionar, en una muy posible sinusitis recurrente, que evolucionaría, supurando por una fístula, e incluso dando lugar un probable glaucoma, y tal vez fuera el origen de un cáncer en el antro maxilar izquierdo , que invadiría la órbita de ese lado, provocándole intensos dolores. Muy posiblemente, estos dolores serían causantes de los “ataques de ira” del monarca, que reflejan las Crónicas , y que seguramente motivarían que su hijo Sancho, en unos momentos en que había un enfrentamiento político con su padre, con el fin de deteriorar el prestigio del mismo, le denominara “loco” , en relación con su extremada forma de reaccionar, en ocasiones, y “leproso” , posiblemente tanto por las probables secreciones de su fístula maxilar, como por los desprendimientos de la piel y las supuraciones, de sus piernas tumefactas y ulceradas por efecto del edema causado por su hidropesía . 28 Precisamente, ya en 1277, cuando Alfonso, encontrándose enfermo, hubo de afrontar la conspiración de su hermano, el infante don Fadrique, y de un destacado noble, Simón Ruiz de los Cameros, una vez que se repuso, sin juicio previo mandó ajusticiar a ambos y condenó a su otro hermano Enrique. Lo que indica que la repercusión psíquica de su severo sufrimiento podía haber influido en la drástica decisión. En relación a otros padecimientos , que incluso influirían en sus decisiones organizativas y militares , parece ser que en 1273, ya el día 24 de abril, Alfonso X se encontraba en la Asamblea de Ávila, enfermo de “romadizo” (catarro nasal), frío y calenturas, que le condicionaron mucho. Partió de Ávila con el propósito de entrevistarse con Jaime I, y en Requena enfermó de nuevo, ahora de una malatia terciana, posible fiebre recurrente palúdica, “tan mal, que pensaron que moría” , pero la Virgen (cantiga 235) “lo sanó de aquella enfermedad” , siendo la recuperación del monarca rápida y efectiva, ya que si el 28 de agosto estaba todavía en Requena, el 2 de septiembre se encontraba en Guadalajara, y el 15 en Brihuega, desplegando durante esta etapa una enorme actividad, aunque como se recoge en la cantiga 235, en Montpellier tuvo una recaída, avanzado 1274. En el invierno de 1276, padeció una enfermedad grave y con gran dolor, en Vitoria; y en la Pascua de 1278, en Valladolid, dolores y también unas fiebres “y quedó como muerto” . 29 Son fundamentales las aportaciones autobiográficas que realiza de estos hechos el propio monarca, en Las Cantigas de Santa María , como se expondrá más adelante, y en ese sentido la cantiga 279 habla de “descarga purulenta y fiebre” (vers. 26-27), y la 367, de “descarga purulenta en las piernas” , 30 m uy probablemente en relación con el padecimiento de una severa hidropesía 31 , a que hemos hecho referencia, con un edema de miembros inferiores " que se le hincharon tanto que no le cabían en las calzas y no le dejaban caminar ni cabalgar" . A partir de 1278 las Crónicas hacen referencia a la ya delicada salud de Alfonso X, cuyos síntomas nos hablan de una probable insuficiencia cardíaca, que iría afectado paulatinamente al rey. A ella se unirían, con toda seguridad un cuadro hipertensivo, y aunque las referencias a las costumbres del monarca dicen que era moderado en el comer y en el beber, 32 la gota, que parece ser que padecía, y una muy posible insuficiencia renal. Por otra parte, en la Crónica de Alfonso X se cuenta que ya en la campaña de Granada, en 1280, el rey presentaba una “ dolencia en

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