Revista nº 814
Alfonso X “El Sabio” | Lupión Cruz, E 308 Actual Med. 2021; 106(814): 303- 311 Se puede decir que desde 1260 a 1284 (año en que fallece el monarca), transcurrirán prácticamente veinticinco azarosos años de la vida de Alfonso X, que comprenderían la rebelión de los mudéjares (1264-65), la rebeldía de los nobles (1272-73), las diversas venidas de benimerines (1263-1281) y en concreto, de Abu Yusuf (1275-1281), y las dos etapas de la guerra con Granada (1263-65; 1279-81) . 36 A esos males políticos habría que añadir sus fatigosos viajes y enfermedades padecidas en ese tiempo (algunoas reflejados en las cantigas 209, 235, 279 y 367), 37 como se ha ido mostrando, en que se vio obligado a delegar, en muchas ocasiones, sus responsabilidades de gobierno en su hijo y heredero, el infante don Fernando de la Cerda y, a la muerte de éste, a la prematura edad de 19 años, en 1575, en el siguiente hijo, el infante don Sancho. Los últimos años de la vida de Alfonso X se vieron ensombrecidos cuando, como se ha mencionado, el primogénito y heredero al trono, Fernando, murió. Al profundo sentimiento del monarca se unió el hecho de que nombrara sucesor a su hermano Sancho en vez de a los hijos de Fernando, los infantes de la Cerda. El 21 de abril de 1282, se convocó una asamblea en Valladolid en la que Sancho, apoyado por su madre, sus hermanos varones y otros nobles acordaron destituir al monarca. 38 El rey, se hallaba gravemente enfermo, con su hidropesía marcada y con el cáncer de su órbita izquierda avanzado 39 y la pérdida del globo ocular de ese lado; sin apenas ingerir alimentos, e incluso parece ser despidiendo un olor nauseabundo. Recluido en el Alcázar, contando sólo con la compañía de su hija Beatriz, desheredó y maldijo a Sancho. Antes de su muerte, que se produjo el 4 de abril de 1284, posiblemente por un fallo renal y cardíaco , 40 dejó dos testamentos: el primero, en el que nombraba herederos de la corona a los dos hijos de Fernando; y otro, posterior, lleno de ambigüedades y donde no designó a ningún heredero. En cuanto a su enterramiento, en los testamentos reales, fechados en Sevilla, en el invierno entre 1283 y 1284, no coinciden sus deseos en uno y otro, quizás como un testimonio más de su inestabilidad emocional. En uno, deja esta elección a los cabezaleros (personas encargadas de de cumplir su última voluntad): “… pero si los nuestros cabezaleros tovieren por mejor…” , y, en otro, que su cuerpo sea enterrado “…en Sevilla, mandamos que lo fagan enterrar alli do tuvieren e entendieren que es mejor; pero de esta guisa: que la sepultura non sea muy alta, e si quisieren que sea alli donde el Rey Don Fernando e la Reyna Doña Beatriz yazen...” , y sus entrañas “… e que saquen lo otro de nuestro cuerpo e lo lleven a enterrar al monesterio de Sancta Maria la Real de Murcia…” , y aunque él deseaba “ … cuando sacaren el nuestro corazon para llevarlo a la Sancta tierra de Ultramar, segund que es ya dicho,” , finalmente, el encargado de realizar esta petició n 41 parece ser que añadió el corazón a las entrañas que yacen en Murcia. Se puede decir, pues, que los restos del monarca, por su propia decisión, se hallan repartidos, aunque no totalmente como dispuso sin excesiva firmeza; sus entrañas y su corazón, se hallan en la Catedral de Murcia, y su cuerpo en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, la ciudad que tanto amó. Figura 4. Enfermedad de Alfonso X en Vitoria, miniatura del Libro de las Cantigas de Santa María (cantiga 235).
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