Suplemento II · Revista nº 814

Pérez Milena A | El médico de familia frente a la pandemia por COVID-19 Actual Med. 2021; 106(814). Supl2: 109- 117 113 S U P L E M E N T O C O V I D - 1 9 Los factores sociales y de comportamiento son funda- mentales para la aparición, propagación y contención de las enfermedades humanas, y son determinantes clave del curso, la duración y los resultados de los brotes de enfermedades 20 . La ciudadanía está tenien- do una información sobre la evolución de la pandemia centrada fundamentalmente en el número de nuevos casos, ingresos hospitalarios y defunciones. Aunque se conocen las diferencias geográficas por ciudades e incluso por barrios, no se han analizado las condicio- nes de vida, laborales, sociofamiliares y económicos ligados a la evolución asimétrica de la epidemia por COVID-19 21 . Por el contrario, la estrategia de lucha contra la pan- demia se ha centrado en la enfermedad y la atención hospitalaria, con un enfoque biomédico que olvida la promoción de salud y la participación comunitaria. Los ciudadanos adoptan un papel pasivo, de meros re- ceptores de normas y consejos, siendo culpados cuan- do determinados grupos de población se relacionan con un riesgo elevado de contagio (como el caso de los temporeros en la primera ola o los jóvenes en la última) 22 . Por otra parte, no toda la información que se emite en medios de comunicación y redes sociales contribuye a una adecuada educación sobre la pande- mia: es frecuente encontrar mensajes alarmistas o ne- gacionistas que dificultan la instauración de medidas útiles contra la pandemia, como el uso de mascarillas o la vacunación. Además del fortalecimiento de las redes comunitarias, se precisa una actitud proactiva de los profesiona- les sanitarios para ofrecer una información concre- ta y entendible, permitir a la población exponer sus incertidumbres y dudas, y mostrar unas cualidades humanas que les hagan dignos de confianza como modelo social 22 . La atención fuera de los centros de salud ha sido un difícil pero fundamental ámbito de trabajo para los médicos de familia, indispensable para el se- guimiento de casos y la vigilancia de los contactos. Con la visita al domicilio del paciente se realiza una valoración holística del enfermo, detectando sus necesidades y las de su familia, dentro de una comunidad concreta, ante una situación que obli- ga a atender a personas enfermas y a asegurar el confinamiento domiciliario de personas sanas pero susceptibles de contagio. Los pacientes más vulne- rables y aquéllos de mayor edad han sido los prin- cipales perfiles de pacientes valorados a domicilio 7 , constituyéndose como la mejor opción en situacio- nes en las que el ingreso hospitalario era inviable o innecesario y contribuyendo a evitar la sobrecarga de los servicios hospitalarios 23,24 . Ha sido recono- cida como actividad esencial tanto por la OMS 25 como por el Ministerio de Sanidad 26 . No obstante, diversas sociedades científicas de medicina y enfer- mería de familia han tenido que solicitar reiterada- mente que la atención domiciliaria se incluya como “exposición de alto riesgo” en los protocolos de ac- tuación de la COVID-19 para determinadas situa- ciones, enfatizando la necesidad de individualizar la categorización de riesgo en cada caso 27 . Sigue siendo sorprendente la existencia de un alto porcentaje de profesionales sanitarios contagiados y la ausencia de datos oficiales sobre las circunstancias del con- tagio, especialmente en el entorno extra hospitalario y particularmente entre el personal sanitario de Aten- ción Primaria. Otro importante ámbito comunitario de atención han sido las residencias sociosanitarias, con un modelo de atención heterogéneo, criterios de actuación dis- pares y escasa coordinación con la Atención Prima- ria. La primera ola de la pandemia puso en evidencia la desprotección de las personas internas en estos centros con un alto número de personas contagia- das y una mortalidad excesiva en comparación con el resto de población 28 . Ante esta situación, se tuvo que intervenir desde los centros de salud de referen- cia para instaurar planes de contingencia adaptados a las características de cada centro y dirigidos a la prevención y respuesta ante la aparición de brotes 29 . Las funciones ejercidas desde los centros de salud se centraron en coordinar las acciones necesarias con- tra la propagación del virus, formar al profesional sanitario en los protocolos y técnicas necesarias, y realizar visitas presenciales para realización de prue- bas diagnósticas y valoración de los enfermos. Estas actividades han supuesto duplicar la atención en los centros sociosanitarios y sobrecargar la actividad de los centros de Atención Primaria, teniendo que aten- der a una población que ya disponía de sus propios recursos sanitarios. Es preciso aprender de lo ocurrido y liderar un cam- bio en el modelo de atención sanitaria de estos cen- tros, pasando a depender de la Atención Primaria de modo que los residentes reciban una atención de similares características a la que reciben los pa- cientes mayores en sus domicilios en cuanto a pro- moción de la salud y prevención de la enfermedad 30 . Supone reorganizar la atención mediante el trabajo en equipo y la continuidad asistencial, con registros clínicos en la historia de salud digital disponibles para cualquier médico, mejorando la prescripción y formando al personal propio de los centros socio- sanitarios. El cambio gradual a una atención de es- tos residentes desde los centros de salud supondrá aunar plantillas de profesionales en vez de duplicar esfuerzos a costa del trabajo de los médicos de fa- milia, sumando los recursos existentes para ofertar una atención de calidad. Es urgente planificar la integración de ambos mode- los para que todas las personas puedan utilizar los re- cursos de la Atención Primaria, que necesariamente deben incrementarse en función de esta nueva activi- dad en la cartera de servicios. ATENCIÓN A LA COMUNIDAD

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