Suplemento II · Revista nº 814

141 Actual Med. 2021; 106(814). Supl2: 140- 142 Impacto de la Covid-19 en una Academia de Medicina Española | RAMCA S U P L E M E N T O C O V I D - 1 9 maestro de la Medicina española la conflictividad que puede originarse en esta relación, que es claramente palpable en el escenario dramático de esta pandemia Covid-19 (2). La presentación de esta pandemia como “conflicto de atracción-evitación” (2) ha permitido apreciar el des- pliegue de los sanitarios frente a la enfermedad, po- niendo en la vanguardia de sus acciones los valores desde los que han actuado estos profesionales: la hu- mildad, el estudio y el sacrificio personal, principales artífices de la exitosa resolución del referido conflic- to en favor de los pacientes. Esta actitud no ha estado exenta de riesgos para los sanitarios, entre los cuales destacamos una importante situación de estrés por la amenaza a su integridad, su vida social e incluso su propia vida. El peligro de padecer un síndrome de es- trés postraumático se manifiesta significativamente, no solo en la sociedad general, sino entre el personal sanitario (3). De lo dicho, no solo puede colegirse el nivel de im- pacto y las secuelas en las personas enfermas y en los sanitarios de la pandemia, sino muy particularmen- te, el profundo humanismo desplegado por médicos y sanitarios en su ingente labor, lo que también entra en el ámbito divulgativo propio de la actuación de la Academia de Medicina. Se ha analizado con más detenimiento el sentimiento de compasión que la pandemia activó, muy significa- tivamente, en el sector sanitario (2), remarcándose la evidente diferencia entre la que se describe como “compasión verdadera” y la “falsa compasión” en tér- minos de J. Philippe (4). El carácter reconfortante que para los sanitarios en general representó su en- trega incondicional a la atención y cuidados a los pacientes y la no menos reconfortante experiencia de quienes lo recibieron en el curso de su sufrimiento, representan una clara muestra del marcado huma- nismo que derrochó y sigue derrochando el colectivo sanitario en esta emergencia aún no suficientemente evaluada. Un punto de reflexión de más amplio calado so- cio-antropológico ha sido el impacto que la Covid-19 ha tenido en el seno de la sociedad nimbada con el apelativo de cultura occidental. A nadie de quienes participamos de sus logros y de sus miserias se nos escapa que el “narcisismo” (5) es un atributo nefasto, pero claramente dominante de la misma. Derivados del mismo y basándose en la “razón instrumental”, la autocomplacencia y la soberbia han conducido a to- das las instituciones que conforman su urdimbre so- cial (políticas, socio-económicas, científico-técnicas, etc.) a pretender acceder a una idílica “nueva humani- dad” autosuficiente y sustentadora del máximo poder (6). Precisamente la irrupción del SARS-CoV-2 paró en seco este delirio megalómano, llegando incluso a estar a punto de colapsar, en primer lugar, a todo el sistema sanitario a nivel planetario, pero casi por igual a los mismos cimientos de nuestra cultura. Este aldabonazo dado a la humanidad nos ha permitido ser conscientes de que el pragmatismo materialista domi- nante no es la mejor manera de progresar como socie- dad del bienestar, siendo necesaria una concordia que solo puede lograrse si conseguimos que las relaciones interhumanas estén regidas por auténticos valores de sentido y por un respeto necesario hacia la Naturale- za. Ni siquiera la rápida irrupción de las vacunas, que han servido de dique a la progresión de la pandemia, debe hacernos olvidar que la autocomplacencia no es un buen método para el progreso. En el artículo al que ya hemos aludido se decía en su último punto y aparte que “.. no debemos extraer conclusiones encaminadas únicamente a incrementar nuestro saber científico-tecnológico ofensivo/defensivo, sino a estimular nuestras capacidades creativas, po- niéndolas al servicio de la construcción de valores de sentido; enriquecer nuestro innato deseo de saber con un mayor conocimiento del medio natural que ayude a su conservación y desarrollo armónico y, sobre todo, siempre desde la humildad y cuando sea necesario con sacrificio, fomentar la solidaridad” (5) . Es preciso referirnos también al reforzamiento de valores propiamente profesionales, contemplados a través de la luz de la Bioética. En la relación inter- personal entre el sanitario y el paciente han quedado resaltados y escrupulosamente desarrollados todos los principios deontológicos médico-sanitarios; así, la justicia , como derecho de la persona enferma a recibir en todo momento -antes de enfermar, en el curso de su enfermedad y al recuperar la salud- la mejor aten- ción para la recuperación de la salud y, en caso de cro- nificación de su proceso, la acción compasiva de los cuidados necesarios para su integración satisfactoria en su medio social. La motivación fundamental de todo médico de curar o paliar la enfermedad y el sufrimiento de su paciente se ha conjugado con el respeto por uno de los valores de particular relevancia en el enfermo, su autonomía. El paciente se convierte así en coejecutor necesario del recto proceder y adecuado encauzamiento de su enfermedad, tanto en su inicio, como en su evolución y terminación. Precisamente de igual modo se ha seguido con rigor un tercer principio deontológico, el de la no malefi- cencia , que el principio hipocrático de primum non nocere , siempre presente en la conciencia del médico. Por último, también ha quedado refrendado en el curso de la pandemia que, el servicio al prójimo es un valor central de todo acto médico, que como ya hemos comentado en referencia a artículos anterio- res, el Profesor Laín Entralgo incluía dentro del que consideraba el “ momento ético-religioso de la rela- ción médica” (1) , que representa los cimientos del principio deontológico de la Beneficencia. Se cierra así el círculo de la ética médica habitual, la de toda la vida.

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