Suplemento II · Revista nº 814

144 Actual Med. 2021; 106(814). Supl2: 143- 145 Lo que todos debemos hacer en una pandemia | Muniain Ezcurra MA S U P L E M E N T O C O V I D - 1 9 Un punto que quiero señalar es el gran sobresalto que todas las personas, incluidos los sanitarios, hemos ex- perimentados al acontecer esta pandemia. ¿Cómo es posible que una infección pueda tener hoy en día, en un mundo tan desarrollado, que hace turismo en el es- pacio, con una tecnología tan sofisticada, cura muchas enfermedades etc. no pueda con este ser tan diminuto? Y es que los seres humanos nos olvidamos pronto de lo que no queremos. Y nos ha pasado con las guerras. Por circunscribirnos a Europa, a primeros del siglo XX nadie podía pensar que hubiera una primera gue- rra mundial, en los años veinte tras el gran desastre, no podíamos pensar que lo volviéramos a hacer con la segunda guerra mundial y después la guerra de los balcanes. Y lo peor es que entre cada una de estas guerras se habían conseguido niveles de libertad y de cultura nunca antes conocidos, pero eso no impedía que volviéramos nuevamente a lo peor de cada uno de nosotros tal y como es excelentemente resumido por Stefan Zweigh (1).Y lo mismo ha ocurrido con las epidemias. Pero en parte este olvido es consecuencia de una falsa seguridad de los seres humanos y en los temas de salud, de los médicos. Baste recordar que el año 1967 en una importante comparecencia pública, William H. Stewart, Cirujano General, Pediatra y Epi- demiólogo de gran prestigio, tras la exitosa introduc- ción de los antibióticos declaraba la victoria sobre las enfermedades infecciosas. Él era consciente de que en el mundo en general y en Estados Unidos en parti- cular, la causa más frecuente de mortalidad o una de las más frecuentes, eran las enfermedades infecciosas. Pero esto se podía solucionar mejorando las condi- ciones de vida y generalizando la atención sanitaria, en una palabra, era un problema para el que teníamos remedio. En el resto del mundo y en España también, los pro- fesionales y las administraciones no eran ajenos al pensamiento expresado por Stewart. Los últimos hos- pitales y dispositivos sanitarios que se ocupaban de las enfermedades infecciosas (los denominados hospitales antituberculosos) se cerraron o se fueron transforman- do en hospitales de enfermos crónicos. Es decir, las grandes epidemias eran cosas de la historia. Peligroso triunfalismo. Pero es que en el quehacer médico en concreto, los médicos continuamos manteniendo un cierto halo de seguridad que hace que la población considere que ya está todo controlado. Nos prestamos fácilmente a exponer hallazgos importantes que la prensa presenta como algo inmediato. Y creo que con más frecuencia debemos decir que no sabemos, cosa que por otro lado es cierto. No nos debemos dejar contagiar por la in- mensa propaganda en los medios de comunicación de que diversos tipos de remedios naturales y productos estéticos sirvan para rejuvenecer 5 años o alargar la vida o mejorar la capacidad reproductora etc. Nosotros no podemos “competir” con quienes no aportan datos científicos. Nuestras afirmaciones deben estar basadas en la mejor evidencia posible y muchas veces las evi- dencias tardan en aparecer, como en esta pandemia. Los profesionales sanitarios en situaciones como las que hemos vivido debemos ser muy cautos en lo que decimos en los medios de comunicación, cotejar lo que vamos a decir con otros colegas (siempre tenemos al lado alguien que sabe al menos tanto como nosotros), no querer dar un enfoque original y rompedor, porque el conocimiento de lo que podía ocurrir en la pande- mia era escaso. Otro aspecto que creo merece ser considerado es la actuación de los profesionales y los resultados en salud del nuestro sistema sanitario. A todos nos ha sorprendido el número de sanitarios contagiados y el número de fallecidos, en general, algo mayor que lo comunicado en países de nuestro entorno. Creo que en esta pandemia se ha puesto de manifiesto clara- mente que nuestro sistema es más falible de lo que pensábamos para situaciones como las que hemos tenido. Los niveles de buena voluntad que se dan en el ámbito sanitario son muy elevados. El problema es que esto no resulta muy eficaz si es lo único que se hace para cambiar el sistema. Como decía Peter Pro- vonost “Una de las paradojas de la medicina es que es un campo que creció con el heroísmo. El heroísmo ha conducido a una tremenda cantidad de descubri- mientos, pero el heroísmo realmente nos dificulta a la hora de diseñar sistemas seguros porque todavía creemos que podemos ser perfectos y hasta que ad- mitamos que podemos cometer errores nunca dise- ñaremos sistemas para capturar dichos errores. ¿En qué ha fallado nuestro sistema? Creo que los sistemas de salud pública y medicina preventiva deben ser re- evaluados, no solamente en España sino en muchas partes del mundo. Probablemente se necesitan mas profesionales de estas especialidades, que hagan mas trabajo de campo y con mas independencia del poder político. Pero además, en todos nuestros lugares de trabajo precisamos de una mayor organización, que no dependa de la buena voluntad y que se base en es- tándares contrastados. Pero el título de estas reflexiones es qué podemos hacer todos. Es muy posible que diversas sociedades cientí- ficas tengan propuestas diferentes e incluso antitéticas, pero seguro que cada una en su campo, serán impor- tantes. Pero lo que todos podemos y debemos hacer es luchar por la vacunación universal. Y esto como todo, no se hace solo con buena voluntad, hay que hacer- lo con conocimiento y poniendo los medios adecua- dos teniendo presente que es la única medida que nos puede ayudar de un modo definitivo a controlar esta y otras infecciones. La respuesta de la población y el número de vacunados en España es una gran noticia especialmente en este tiempo en el que comienza a haber padres que no es- tán cumpliendo completamente el calendario vacunal. Y hay que recordar también que los sanitarios solo se vacunan dela gripe un 30-40% aproximadamente. A pesar de estos antecedentes, como digo, la vacunación en España está siendo un éxito y lo será si conseguimos que se vacune la gran mayoría de la población.

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