Revista nº 817

Ingeniería tisular en cirugía pediátrica | Botía Martínez C, et al. 158 Actual Med.2023;108(817):157-164 INTRODUCCIÓN El tratamiento de la pérdida total o parcial de tejidos o la disfunción de órganos dañados suponen un desafío para la medicina actual en los que la cirugía reconstructiva y los trasplantes siguen siendo, a día de hoy, el tratamiento de elección en muchos pacientes. Sin embargo, la utilización de órganos para trasplantes está limitada por el número de donantes, la posibilidad de rechazo frente al injerto y la posible transmisión de enfermedades desde el injerto al huésped, entre otros. Por otro lado, el empleo de tejido del propio paciente se ve limitado en ocasiones por la escasa cantidad del mismo o su mala calidad, además de los problemas estéticos y funcionales derivados de la lesión de la región donante. Es por ello que el desarrollo de terapias alternativas se convierte en imperativo para afrontar esta necesidad de tejidos y órganos para uso terapéutico (1). A esta necesidad responde la ingeniería tisular, un campo interdisciplinar que aplica los principios de ingeniería y ciencias de la salud hacia la comprensión fundamental de las relaciones estructura-función en el tejido normal y patológico y el desarrollo de sustitutos biológicos que restauran, mantienen o mejoran la función de un tejido u órgano completo (2). La ingeniería tisular se basa en la utilización de biomateriales o scaffolds en los que hacer proliferar las poblaciones celulares. Estos scaffolds deben ser biocompatibles, proporcionando un ambiente ideal para la interacción celular, proliferación, migración celular, diferenciación y al mismo tiempo, tener la capacidad de degradarse una vez lograda su función sin generar productos de desecho que se puedan acumular e interferir en el proceso regenerativo (3,4). Podemos encontrar scaffolds sintéticos, constituidos por polímeros biodegradables (policapronolactona, polietilen-glicol, ácido poliglicólico…), y naturales derivados de matrices extracelulares, hechos a base de proteínas como el colágeno, fibrina, agarosa o la laminina, o a partir de tejidos animales descelularizados. Por supuesto, cada uno de ellos presenta sus ventajas e inconvenientes, siendo la principal ventaja de los scaffolds sintéticos la posibilidad de grandes producciones, pero con la desventaja de que tienen capacidad para inducir respuestas inflamatorias en el receptor. Los scaffolds naturales, por su parte, mantienen ciertas propiedades del tejido del que han sido obtenidos, incluyendo determinados factores del crecimiento o microestructuras histológicas que pueden facilitar su repoblación por otras poblaciones celulares. Sin embargo, esto a su vez incurre en la desventaja de la variabilidad del producto obtenido en función de la región anatómica de la que lo obtengamos. Una herramienta cada vez más importante en terapia celular son las células madre, células no diferenciadas, no especializadas que, bajo la influencia de una señal definida, pueden dividirse y convertirse en una célula especializada con una función determinada. Las células madre ideales deben ser accesibles mediante procedimientos mínimamente invasivos, tener la capacidad de expandirse en un período de tiempo corto y mantener un fenotipo estable, sin cambiar durante el cultivo in vitro, a la vez que conservan un alto potencial de diferenciación (5). Las células madre mesenquimales han protagonizado gran parte de los estudios sobre terapia celular (6), sin embargo, su potencialidad no es completa, y la diferenciación a determinados tipos celulares (por ejemplo, los cardiomiocitos) es muy compleja. Para suplir esto, las células madre embrionarias supusieron otro gran descubrimiento pero, debido a las consideraciones éticas intrínsecas a su utilización y a los problemas generados cuando se implantan en un huésped (rechazo inmunológico, tumorigénesis, etc.), ha sido necesario investigar otras fuentes celulares pluripotentes. Es éste el caso de las células madre pluripotentes inducidas (iPSC) (7), poblaciones celulares que, aunque aún se debe profundizar en su estudio, constituyen una fuente prometedora de células pluripotentes para su empleo en terapias celulares. Los niños presentan las características a priori ideales para las terapias de ingeniería tisular con el empleo de células autólogas para la generación de los implantes dada su gran capacidad regenerativa. Sin embargo, se trata a su vez de una población mucho más exigente en cuanto a la calidad y durabilidad de los injertos, que deben tener una duración de por vida, con buen potencial de crecimiento y que no requiera sustituciones (5). SÍNTESIS DE LA REVISIÓN Aplicaciones en Cirugía Pediátrica En el presente trabajo, realizamos una breve revisión sobre las aplicaciones clínicas actuales de la ingeniería tisular en cirugía pediátrica, y aquellas vías de trabajo en desarrollo a día de hoy. Cirugía Plástica La piel fue uno de los primeros tejidos generados mediante ingeniería tisular y, a día de hoy, ya se han logrado equivalentes dérmicos disponibles para la práctica clínica. Son numerosas las técnicas que se han estudiado para lograr suplir la pérdida de tejido cutáneo, siendo en la actualidad el homoinjerto cutáneo de espesor parcial –incluyendo epidermis y parte de la dermis- el tratamiento de elección para las pérdidas cutáneas extensas. Son numerosos los sustitutos cutáneos desarrollados mediante bioingeniería empleando scaffolds de ácido

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