Revista nº 821
TMA en dolor por lesiones músculo tendinosas | Hernández Gil ÁL, et al. 34 Actual Med.2025;110(821):3 1-41 Figura 1 . Cámara Termográfica HIKMICRO. Estados Unidos (FDA) en 1982 como prueba diagnós- tica complementaria asociada a la mamografía en el tamizaje del cáncer de mama, permitiendo aumentar la sensibilidad diagnóstica hasta en un 10 % cuando ambas técnicas se utilizan en conjunto. La termografía en el ámbito médico, clásicamente denominada TIR, Termografía Infrarroja, se utiliza para detectar y visualizar las diferencias de tempera- tura en el cuerpo humano. La temperatura corporal, equilibrada por el hipotálamo para mantener la ho- meostasis, siempre tiende a la simetría (5). A nivel muscular, la detección y cuantificación de diferen- cias térmicas entre dos puntos músculotendinosos homólogos, causadas por reactantes químicos segre- gados tras un traumatismo, nos permitirá determi- nar procesos agudos de forma precisa. Los últimos avances tecnológicos aplicados a las cámaras térmi- cas y el desarrollo de softwares específicos de inteli- gencia artificial de procesamiento de imágenes, per- miten evaluar y cuantificar con precisión como los reactantes de fase aguda de una lesión provocan au- mento de vascularización y temperatura detectables. Los estudios termográficos se realizan midiendo la temperatura existente tanto en la zona presuntamen- te lesionada como en la región contralateral, zonas o áreas previamente establecidas y temperatura cor- poral total, auxiliado con algoritmos de inteligencia artificial y análisis de las imágenes con un software específico diseñado para humanos. La bibliografía médica existente respecto a la ter- mografía clínica convencional nos habla que la prueba es positiva -existe alteración fisiológica- cuando nos encontramos con una diferencia de temperatura entre zona lesionada y zona sana igual o superior a 0.8ºC, o lo que es lo mismo, establecen el umbral lesivo o patológico a partir de un Δ-T® igual o superior a 0.8˚C. Trabajos de seguimiento térmico comparando zonas corporales bilateralmente apuntan que diferencias de hasta 0,25 °C (6); 0,4°C (7); 0,5°C (8,9), ó 0,62°C (10) son consideradas aceptables. Sin embargo, valores su- periores a 0,8 C ya indicarían que la región de mayor o menor temperatura, contrastada con su perfil térmi- co habitual, podría tener algún problema inflamatorio (hipertermia) (11-14) (Figuras 2 y 3) o degenerativo (hipotermia, 11-15) (Figura 4). La termografía infrarroja posee varias caracterís- ticas que la hacen ser una prueba complementa- ria segura y fiable para diversas aplicaciones en el ámbito de la medicina. Se realiza sin la necesidad de entrar en contacto con el cuerpo humano, es una prueba no invasiva, que no afecta al cuerpo a analizar. Es una prueba bidimensional, con lo que es posible la comparación térmica directa en- tre dos puntos o miles dentro de la misma imagen. No emite radiaciones ionizantes, por lo que puede realizarse con una repetibilidad ilimitada. Puede ser realizada en tiempo real, es reproducible, y visualizarse en diferido, lo que le añade especial utilidad también como prueba de aplicación en el ámbito pericial. Por todo ello, el potencial diagnóstico de la ter- mograf ía fue rápidamente reconocido en el ám- bito médico, consolidándose con el tiempo como una herramienta fundamental para la evaluación y seguimiento de diversas patologías (Tabla 2). Su utilidad se ha extendido más allá del ámbito oncológico inicial, abarcando numerosas especia- lidades médicas para el seguimiento y control de numerosas enfermedades en las que la detección de variaciones térmicas asociadas a procesos in- f lamatorios contribuye a un diagnóstico más tem- prano, preciso y a una inter vención terapéutica más ef icaz.
RkJQdWJsaXNoZXIy ODI4MTE=