Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  140 / 88 Next Page
Basic version Information
Show Menu
Previous Page 140 / 88 Next Page
Page Background

140

Actualidad

Médica

A C T U A L I D A D

M É D I C A

www.actualidadmedica.es

©2016.Actual.Med.Todoslosderechosreservados

AULAS ENONCOLOGÍA

Cáncer de vejiga

Miguel Ángel Arrabal Polo; María del Carmen Cano García

UGC Urología. Complejo Hospitalario Universitario de Granada.

DOI:10.15568/am.2016.798.ao01

El cáncer de vejiga representa el 5% de todos los tumores

malignos en Estados Unidos, siendo su incidencia progresiva-

mente más elevada en los últimos años como consecuencia del

aumento de la exposición a factores de riesgo y el aumento de

la esperanza de vida. Suele presentarse con mayor frecuencia en

personas de edad avanzada, con una edad promedio al diagnósti-

co de 73 años. La proporción de padecer este tipo de cáncer es de

3-4:1 del hombre con respecto a la mujer (1-3).

El principal factor de riesgo para padecer cáncer de vejiga

es la exposición al tabaco, suponiendo al menos un riesgo 3 ve-

ces mayor de presentar esta patología. Otros factores de riesgo

modificables relacionados con la aparición de esta neoplasia

son la exposición a aminas aromáticas en lugares de trabajo, la

presencia de arsénico en agua potable, el consumo de algunos

tipos de medicamentos o productos de herbolario, la existencia

de infecciones (como la esquistosomiasis), quimioterapia previa

con ciclofosfamida. Entre los factores de riesgo no modificables

se encuentran la edad, el sexo y la raza, siendo más frecuente en

el hombre blanco y enfermedades genéticas hereditarias (1-3).

La manifestación clínica más habitual en el cáncer de veji-

ga es la aparición de hematuria macroscópica, aunque ante una

hematuria microscópica repetida en un paciente con factores de

riesgo, hay que tener en cuenta esta posibilidad y sospecharla. En

caso de hematuria macroscópica monosintomática se recomien-

da la realización de uretrocistoscopia para estudio pormenoriza-

do de la uretra y cavidad vesical. Ante la presencia de hematu-

ria microscópica, además de descartar otras posibles causas, es

recomendable al menos la realización de estudio completo del

aparato urinario mediante ecografía y citología urinaria. Cuando

se llega al diagnóstico clínico de neoplasia vesical (por cistoscopia

u otra prueba de imagen) se recomienda en primer lugar la rea-

lización de una resección transuretral de vejiga (RTU-V) que sirve

de diagnóstico histológico y como tratamiento en los cánceres de

vejiga no músculo-infiltrante. Desde el punto de vista clínico es

muy útil la distinción entre cáncer vesical no músculo-infiltrante

(CVNMI) y cáncer vesical músculo-infiltrante (CVMI) puesto que

el tratamiento difiere considerablemente (1).

En caso de CVNMI cabe distinguir fundamentalmente tres

grupos de riesgo (bajo, intermedio y alto). En el grupo de bajo

riesgo el tratamiento consiste además de la RTU-V en la instila-

ción precoz postoperatoria y única de quimioterapia intravesical.

En el grupo de riesgo intermedio, se recomienda además de la

RTU-V la instilación de quimioterapia intravesical como máximo

1 año o bien instilación con BCG hasta 1 año igualmente. En el

grupo de alto riesgo se recomienda la RTU-V asociada a instila-

ciones de BCG entre 1-3 años. Existe un subgrupo de pacientes

de muy alto riesgo (en los que previamente ha fallado la BCG o

en los que la histología es muy desfavorable) en los que puede in-

dicarse Cistoprostatectomía radical como tratamiento más apro-

piado. Aunque no existe un esquema de seguimiento establecido

en este tipo de pacientes con CVNMI, se recomienda cistoscopia

y citología a los 3 meses de la RTU-V y posteriormente espaciarlas

cada 6-12 meses (en función del riesgo) hasta 5-10 años (1, 2).

En caso de CVMI se recomienda la realización de Cistopros-

tatectomía radical como tratamiento estándar con derivación

continente siempre que sea posible (a excepción de neoplasia

que afecte al trígono o uretra prostática fundamentalmente). La

quimioterapia neoadyuvante basada en cisplastino ha demostra-

do aumentar la supervivencia en 5%-8% a los 5 años en este tipo

de pacientes por lo que está recomendada, debiéndose suspen-

der en caso de intolerancia o progresión de la enfermedad para

realizar de forma inmediata la Cistoprostatectomía radical. No

se debe retrasar más de 3 meses la cirugía para evitar aumentar

el riesgo de progresión y muerte cáncer-específica. La quimio-

terapia adyuvante no está indicada de forma sistemática tras la

Cistoprostatectomía radical, mientras que la Radioterapia externa

sólo se contempla cuando el paciente no es candidato a cirugía o

cuando se pretende un tratamiento multimodal de conservación

vesical. Habitualmente el tratamiento multimodal para terapia

Actual. Med.

2016; 101: (798): 140-141

Miguel Ángel Arrabal Polo.

Email:

arrabalp29@gmail.com

Algoritmo de tratamiento.