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206

Alfonso Jurado Román

Tromboplastia selectiva en la angioplastia primaria

Otro hecho a considerar es que no se puede descartar que el

trombo “extraíble” sea diferente del trombo “in situ” y que este último

puede iniciar varías vías de trombosis, inflamación y vasoconstricción.

Por ello, evacuar una porción del trombo y material de la placa inesta-

ble solo puedemejorar parte del problema fisiopatológico. La interrup-

ción de la formación del trombo mediante fármacos podría ser más

eficaz al menos para uno de los componentes de este trombo. Esta

conclusión se sugirió por el estudio INFUSE-AMI (6), en el que un bolo

intracoronario de abciximab era eficaz en reducir el tamaño del infarto

mientras que la TAsp manual no.

Además de los beneficios en cuanto a los parámetros de reperfu-

sión, y aun poniendo en duda la capacidad de reducción demortalidad

de la TAsp descrita en el estudio TAPAS, no debemos descartar total-

mente el posible beneficio clínico de la técnica. De hecho, en el estudio

TASTE, a pesar de no encontrar una reducción de mortalidad con la

TAsp, sí se observó una tendencia a unamenor frecuencia de reingreso

por infarto (0,5% vs 0,9%; p=0,09) y a una reducción de la trombosis de

stent (0,2% vs 0,5%; p=0,06)(7).

Para los cardiólogos intervencionistas, la TAsp es una técnicamuy

útil durante la ICPp. No son infrecuentes los casos en los que tras cruzar

la oclusión aguda con la guía de angioplastia, no se recupera el flujo y/o

se ve un importante contenido trombótico. La TAsp permite, no solo

mejorar los parámetros de reperfusión, sino facilitar el procedimiento,

mejorando la visualización del vaso distal y permitiendo el implante

de stent directo en muchos casos sin necesidad de “desestructurar”

el trombo al predilatar con un balón. Se ha sugerido que este implante

de stent directo en pacientes con IAMCEST resulta en un mejor flujo

distal y reduce la embolización (1). Así en el estudio TAPAS (1) se con-

siguió implantar un stent directo en el 55% de los pacientes del grupo

de TAsp, porcentaje llamativamente similar al de los casos en los que

se observó la presencia de trombo (48,6%), y TIMI inicial 0-1 (55%).

Además, la TAsp facilita la correcta elección del stent a implantar, per-

mitiendo cubrir la placa responsable (sin tratar segmentos de vaso

sano donde solo hay trombo), evitando el uso de mayores longitudes

de stent (7) (que se han asociado a trombosis y reestenosis).

Los estudios apoyan la idea de que la técnica es sencilla (en el TO-

TAL se consiguió cruzar el aspirador en un primer intento en el 82,5%)

(2) y eficaz a la hora de extraer parte del contenido trombótico (en el

TAPAS se extrajo material aterotrombótico en el 73% de los pacientes

en los que se hizo TAsp).(1) Además, en manos expertas, la TAsp es

una técnica segura. Ningún estudio hasta la fecha ha documentado

que incremente las complicaciones inherentes al procedimiento como

disecciones, perforaciones, aumento de sangrados, etc. (10). La única

duda que se ha generado en cuanto a su seguridad es la descripción

de un pequeño aumento de la tasa de ictus (1% vs 0,5%; p=0,002) en

el estudio TOTAL (2), discordante con estudios previos y con los metaa-

nálisis más recientes (9). Hay que destacar que los mismos autores del

estudio TOTAL dudan de este hallazgo y asumen que puede ser debido

al azar (2). Este hecho se debe en primer lugar a que la tasa de ictus es

muy baja en ambos grupos, lo que hace difícil sacar conclusiones, pero

sobre todo al sentido común. Si el aumento de ictus estuviera relacio-

nado con la embolización de trombo o aire al cerebro al usar el dispo-

sitivo, estos eventos se hubieran producido en las primeras 24 horas o

al menos durante el ingreso. Sin embargo en el estudio, la tasa de ictus

siguió incrementándose desde los primeros 30 días hasta los 180 días

del final de seguimiento.

Tras todas estas reflexiones, sin duda, lamás importante a la hora

de interpretar los datos de los estudios y establecer el papel real de la

TAsp, es no confundir la TAsp sistemática o rutinaria con la TAsp se-

lectiva. Ya antes de los resultados de estos últimos grandes estudios,

la experiencia nos hacía pensar que no todos los pacientes se bene-

ficiaban de la TAsp. Así, no la utilizábamos de manera rutinaria en los

pacientes con flujo TIMI 2-3 inicial (o al pasar la guía de angioplastia) y

con baja carga de trombo en los que era factible el implante un stent

directo. Tampoco se utilizaba rutinariamente en aquellos casos en los

que se intuía un escaso beneficio de la TAsp, al percibir la existencia de

un trombo organizado por la dificultad de cruzar la oclusión con una

guía de bajo gramaje (habitualmente pacientes con largo tiempo de

evolución del infarto). Tampoco se usaba rutinariamente en vasos de

pequeño calibre y difusamente enfermos en los que se preveía la di-

ficultad de cruzar el catéter de TAsp. Sin embargo, en vasos grandes,

con gran carga trombótica y flujo TIMI 0-1 en los que no se consigue

visualizar el vaso distal ni establecer la longitud de la lesión responsable

al pasar la guía de angioplastia, la TAsp sigue siendo muy útil.

Es difícil estimar el porcentaje de pacientes en los que la TAsp

será eficaz. Según los últimos datos disponibles del registro de la Sec-

ción de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la Sociedad

Española de Cardiología se utilizó TAsp en el 67% de las ICPp (11). Pro-

bablemente esta tasa bajará en el futuro. A diferencia de otros auto-

res que estiman que el porcentaje de uso estará entre el 10% (tasa de

cross-over del TOTAL (2)) y el 25% (tasa de utilización en el TASTE (7) en

los pacientes no aleatorizados), en mi opinión, se mantendrá algo más

alta, acercándose al 50% (porcentaje similar al de pacientes que en el

TAPAS (1) tenían flujo TIMI 0-1 inicial y presencia de trombo angiográ-

fico, o al de pacientes que en el TASTE (7) tenían una carga trombótica

importante). Para llegar a esta conclusión hay que tener en cuenta la

importante selección de pacientes que presentaron el TASTE y el TO-

TAL. En el estudio TASTE, se aleatorizó a 7.244 pacientes de los 11956

que fueron valorados para ello. Es decir, 4.697 pacientes no se aleatori-

zaron una vez conocida la angiografía (7). En el TOTAL no se aportaron

datos acerca de los pacientes inicialmente valorados para el estudio

aunque teniendo en cuenta que participaron 87 centros y el recluta-

miento duró 4 años, asumiendo un volumen de ICPp intermedio (100/

año) es posible que al menos 1/3 de los pacientes inicialmente valo-

rados fueran excluidos de la aleatorización. Por todo ello, los datos de

los ensayos podrían no reflejar adecuadamente la práctica cínica real

e infraestimar el valor de la TAsp en pacientes seleccionados. Un dato

congruente con esta disparidad entre los ensayos clínicos y los datos de

la vida real es que en el estudio TASTE las características y pronóstico

de los pacientes randomizados y los del registro diferían significativa-

mente en varios aspectos, el más notable lamortalidad a 30 días (2,9%

en los pacientes aleatorizados y 10,6% en los que no) (7).

En conclusión, la investigación y la medicina basada en la evi-

dencia son de vital relevancia (10), sin embargo no hay que restar im-

portancia a la experiencia clínica, que complementa el conocimiento

aportado por los ensayos clínicos. En el caso concreto de la TAsp, la

evidencia científica y la experiencia clínica van de lamano confirmando

que la TAsp sistemática no aporta beneficios. Sin embargo, es preciso

huir de fundamentalismos y malas interpretaciones de los estudios ya

que la generalización habitualmente nos lleva a grandes errores, espe-

cialmente en medicina. Tal y como sugieren evidencia y experiencia, la

TAsp selectiva en pacientes concretos es y seguirá siendo útil para los

cardiólogos intervencionistas en el contexto de la ICPp.

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