Suplemento Revista nº 790 - page 40

40
original
SUPLEMENTO
Actual. Med.
2013; 98: (790). Supl. 40-48
Compromiso por la salud
Granada, un reino de mil años
sin percatarse de ellos. Pertenece, por tanto, a esas generacio-
nes que conocieron la guerra antes que la paz, las penurias de
la postguerra y los racionamientos. Fue un joven testigo de la re-
construcción de Granada desde los posicionamientos excluyentes
de los vencedores de la contienda y de la dictadura franquista.
La transición política y la democracia de nuestros días, ya perte-
necieron a su segunda y tercera edad. Siempre me ha resultado
curioso observar cómo, a pesar de haber desarrollado su vida en
el seno de experiencias históricas tan traumáticas y complejas, la
comprensión y la empatía para ponerse con facilidad en el lugar del
otro han sido dos de las principales características determinantes de
su forma de ser y de relacionarse con los demás. Lejos de posiciones
ideológicas o políticas más extremas, ha conjugado con maestría los
argumentos y las formas concretas de actuar con el análisis de la ac-
tualidad y la razón, en una clara apuesta por la concienciación frente
a los dogmas ideológicos que pudiera haber detrás.
La vida de José Gutiérrez Galdó, se alumbró en un marco so-
cial que podríamos caracterizar como apurado, ya que, durante su
infancia y juventud, la economía familiar se expresó en una familia
modesta de padres trabajadores. De hecho, pudo estudiar gracias
a la alianza de su esfuerzo personal con la ayuda económica de las
becas y, como tantos y tantos hombres de esas generaciones, con
los solos recursos de su estudio, entrega, profesión y esa capaci-
dad de ahorro que tanto desarrolla el haber tenido un origen hu-
milde, consiguió con éxito dar ese tipo de salto social que, en tan
sólo una generación, deja a tu familia posicionada en un entorno
acomodado para unas cuantas generaciones siguientes.
Su enclave geográfico de referencia siempre ha sido Grana-
da. De hecho, siempre se ha sentido
granadino “hasta la médula”
y él es de los que han tenido ocasión de demostrarlo. Su infancia
y juventud transcurrieron en Granada, en el arraigo del barrio de
la carretera de la Sierra, el Colegio de los Escolapios y la Academia
Isidoriana y sus estudios universitarios, milicias incluidas, en la Fa-
cultad de Medicina de la ciudad nazarí. Pero su ciclo profesional
arrancó muy lejos, en Valladolid, adonde se desplazó tras acabar
sus estudios universitarios por la sencilla razón de que aquella
ciudad era la única que tenía abiertas las “escalas” de trabajo (es-
bozo, en aquella época, de las actuales bolsas de trabajo), sistema
que permitía inscribirte en las mismas en demanda de trabajo, cir-
cunstancia que no se solía demorar demasiado como así ocurrió.
Hoy en día, propiciamos que nuestros hijos sean ciudadanos en la
aldea global que representa el mundo en su totalidad, pero en el
año 1958, las dinámicas sociales y familiares eran muchísimo más
locales y arraigadas. Por ello, desplazarse de Granada a Valladolid,
recién casado, y sin más bagaje que una expectativa de trabajo,
ciertamente nos permite identificar un carácter aventurero y una
aceptación de los desafíos. Estas han sido también dos importan-
tes características de nuestro ilustre personaje.
En Valladolid residió con su familia más de veinte años. Allí
nacimos mis dos hermanos y yo. Les puedo asegurar que llama-
ban a mis padres con el sobrenombre de los
“granadinos”
y que
nunca perdieron su acento andaluz, ni la referencia de Granada.
De hecho todos los veranos y navidades nos desplazábamos a la
tierra de nuestros padres y así se mantuvo siempre la raíz familiar.
Hasta que en el año 1977, se produjo en la familia un importante
giro al obtener José Gutiérrez Galdó, mediante concurso oposi-
ción, una plaza de Jefe de Sección facultativo en el Hospital Virgen
de las Nieves de su ciudad, Granada. Con la vuelta a la ciudad
de los Cármenes, finalizó su periplo castellano, de tantos y tan
buenos recuerdos siempre referenciados por él, para iniciar una
nueva etapa de plenitud y madurez en su ciudad natal.
“Cuando el negro se convierte en plata”
, es el título de su
penúltimo libro, en un juego de palabras que hace referencia al
color del pelo cuando se tiñe de canas. Las etapas de júbilo y de
retiro que describe en esta obra, las ha pasado junto a mi madre,
alternativamente y por temporadas, entre Granada y Sevilla, al
verse arrastrados por la querencia y el calor de los hijos y los nie-
tos, repartidos entre esas dos ciudades.
Su ecosistema familiar ha sido típicamente andaluz, esto es,
en la creencia, intensa y profunda, de que los lazos de sangre son
perennes e indestructibles y proclamando como valor irrenuncia-
ble que la familia se debe proteger, amparar y fortalecer siempre.
Fue el tercero entre sus tres hermanas, Conchita, Fernanda y Car-
men, y ha tenido tres hijos varones, José Luis, Eleuterio y Fran-
cisco Javier. Ha conjugado siempre su papel de hijo y el de padre
con absoluta coherencia e integralidad desarrollando tanto hacia
arriba como hacia abajo los mismos principios de amor y entrega
sin sesgo alguno. Pero, sin duda, la persona más determinante de
su vida ha sido su mujer, Conchita, con la que se ennovió siendo
estudiante de bachillerato en la Academia Isidoriana, con la que
se casó ante la Virgen de las Angustias el dos de enero de 1958,
y con la que ha compartido toda su vida, con complicidad ena-
morada y con amor cómplice, de los que ya no quedan. Con ella
también compartió el último momento de su existencia.
En sus afectos, José Gutiérrez Galdó, ha demostrado poseer
un carisma radiante y una singular capacidad para hacer amigos
“de los de toda la vida”, en todos los registros de edad y en todos
sus escenarios vitales. De hecho, su cortesía galante, su sobrada
capacidad para establecer un diálogo con empatía y su fácil dis-
ponibilidad para fortalecer cualquier tipo de vínculo incipiente
siempre han sido su mejor tarjeta de presentación.
La Medicina ha representado su vocación esencial. Estudió
íntegramente su carrera en la Facultad de Medicina de Granada,
finalizando sus estudios en el año 1956. Allí no sólo aprendió Me-
dicina, sino también un exquisito respeto y admiración hacia sus
maestros que le ha acompañado toda su vida, algo cada vez me-
nos frecuente en nuestros días.
Se especializó en Pediatría y Puericultura y esta especialidad
ha sido el principal hilo conductor de su actividad profesional, con
muchos énfasis distintos: psicología evolutiva, psiquiatría infan-
til, psicopedagogía, medicina escolar, entre otras. Con todo este
bagaje siempre ejerció la medicina pública que, durante su estan-
cia en Valladolid, complementó con práctica privada. Fue médi-
co de numerosos colegios vallisoletanos de reconocido prestigio
(Centro cultural, las Cubanas, la pequeña Obra) y su interés por
la medicina escolar le llevó a desempeñar también funciones en
la administración pública, ejerciendo como Jefe provincial de la
Inspección médica escolar en la correspondiente Delegación de
Educación de la capital castellana. Tras su vuelta a Granada, ejer-
ció en exclusiva para el incipiente Servicio Andaluz de Salud, en su
calidad de Jefe de Sección del Servicio de Pediatría del Hospital
Virgen de las Nieves, puesto que ha ocupado hasta su jubilación.
Cumplidos los cuarenta años, los riesgos inherentes al ejer-
cicio de la medicina en aquellos años le marcaron para siempre,
ya que perdió el dedo índice de la mano izquierda por una radio-
dermitis complicada originada por la radiación excesiva sobre la
mano que colocaba o sujetaba a los niños tras la pantalla de los
rayos X. Con el dedo ausente, jugaba con sus pequeños pacientes.
Pero, si algo ha dejado una huella indeleble en su recorrido
profesional, equivalente a una medalla en el uniforme militar, sin
duda fue su condición de médico del centro que la Orden hospita-
laria de San Juan de Dios tiene en Valladolid, para el cuidado y de-
sarrollo de jóvenes con discapacidad psíquica. Allí, José Gutiérrez
Galdó desplegó lo mejor de su profesionalidad y de su ternura
humana y, en simbiosis perfecta con los valores de la Orden, creó
un vínculo perdurable en el tiempo. Muchos años después, ya en
Granada, asumió el honor de ser admitido como Caballero del
Santo Sepulcro de la Orden de San Juan de Dios, velando muchas
noches las reliquias del Santo que ahora le velan a él.
Su carrera profesional no ha sido exclusiva en el ámbito de la
Medicina. Marañón definió muy bien el perfil en el que mejor se
podría encuadrar a José Gutiérrez Galdó: el de
médico humanista
.
Comenzó incipientes escarceos literarios en el mundo de la inves-
tigación histórica con motivo de la elaboración de su tesis doc-
toral, que culminó con éxito y máxima calificación, para acabar
siendo un Médico Escritor de reconocido prestigio. Aunque hacia
esta faceta creativa se decantó finalmente, su recorrido artístico
ha sido mucho más amplio, pues cultivó la pintura y las artesanías
manuales para las que siempre ha tenido una especial habilidad.
Sus principales obras literarias, configuran una bibliografía
con más de cien volúmenes que pueden clasificarse en seis gran-
des grupos: Investigación histórica, Publicaciones científicas, En-
sayos, Memoriales, Literatura costumbrista granadina y Compen-
1...,30,31,32,33,34,35,36,37,38,39 41,42,43,44,45,46,47,48