Revista nº 790 - page 130

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María Castellano Arroyo
Una persona, ¿Una historia clínica?
tas que exploran a un paciente hospitalizado no conozcan, ni dis-
pongan de información objetiva sobre los datos de la salud laboral
(actividad realizada, percances sufridos, riesgos específicos de su
puesto de trabajo, etc., etc.) ya que la idea habitual es atender a
la patología que presenta pero dejando al margen la forma en que
el trabajo que realiza esté pudiendo influir en el cuadro por el que
solicita asistencia. Ramazzini dijo, en el siglo XVIII que a las pregun-
tas hipocráticas ¿Qué le pasa?, ¿Desde cuando? y, ¿A qué lo atri-
buye? había que añadir ¿En que trabaja?, pero a día de hoy esto
no se hace de forma sistemática, y cuando se hace, el paciente no
está en condiciones de conocer y transmitir toda la información
clínico-laboral que podría ser importante, según los casos.
Las dos opciones que se plantean son: ¿Es adecuada la se-
paración entre la historia clínica laboral y la historia clínica común
o, ¿sería preferible ir hacia una historia clínica única e integrada
en cada persona?. Cualquiera de las dos tienen sus defensores y
detractores.
Los que defienden la situación actual de separación lo hacen
en defensa del derecho a la intimidad del trabajador y al deber de
protección de sus datos clínicos. Sin duda, la historia clínica laboral
merece toda la protección y el mayor deber de confidencialidad.
Sólo el médico del trabajo y el trabajador conocerán los datos de
salud del trabajador. La información al empresario se dará en tér-
minos de “aptitud” o no para el trabajo, pero no con diagnósticos
o datos que revelen el diagnóstico. Sin embargo consideramos
que para el trabajador es importante que el médico de familia
o quienes le atiendan en un proceso determinado conozcan las
características de su trabajo y los riesgos específicos que puedan
surgir ligados a su historia laboral.
Por otra parte, entendemos que una historia clínica única en
la que conste la patología por la que esa persona ha necesitado
asistencia sanitaria, tendría también muchas ventajas para el médi-
co del trabajo que contaría con una información muy valiosa sobre
aspectos psicofísicos que pueden hacer a ese trabajador más vul-
nerable a determinadas actividades, ambientes o circunstancias.
Ambas opciones tienen ventajas e inconvenientes. Si la per-
sona es una y única en sus 24 horas de cada día, respecto a su
funcionamiento, su expresión sintomática, su reacción al entorno,
a los tratamientos, etc., debería tener una sola historia clínica en la
que quede recogida toda su patología, la que guarda relación con
el trabajo y la que se debe a procesos comunes y sin intervención
en ellos de la actividad laboral. Entre otras cosas, es frecuente,
que analizados caso a caso, en muchos de ellos no se pueda esta-
blecer una línea nítida e indiscutible entre la patología exclusiva-
mente debida al trabajo y aquella en la que el trabajo no influye
absolutamente nada (pensemos en patologías respiratorias, oftal-
mológicas, otorrinolaringológicas, ósteomusculares, psiquiátricas,
etc., etc.). Esta opción ofrece al médico del trabajo la ventaja de
conocer los motivos por los y las circunstancias por las que el tra-
bajador ha necesitado o necesita ayuda médica, fuera del “circuito
laboral”. Por otra parte, también sería bueno para los médicos que
prestan asistencia a un paciente conocer la influencia que puede
tener en el motivo de la consulta las circunstancias laborales de
la persona.
Todo lo dicho estará subordinado al máximo respeto y cum-
plimiento del deber de confidencialidad respecto a los datos clíni-
cos de la persona a la que se asiste. Los datos de salud son datos
“sensibles” y especialmente protegidos (Ley de Protección de Da-
tos de Carácter Personal) ya se recaben en el ámbito de lo laboral
o en el de la patología común.
Por ello, una historia clínica única tendría que cumplir unos
requisitos que garanticen la mejor asistencia para la persona y la
mayor garantía para su derecho a la intimidad y a la confidencia-
lidad de los datos de salud. Una historia clínica “modular” podría
solucionar este problema. Un trabajo adecuado de codificación
y organización de la historia clínica única podría armonizar los
datos para que su consulta redunde siempre en beneficio de la
atención a la persona, contemplada de forma integrada, en lo que
es y en lo que hace.
Es un tema que dejamos abierto al debate y sobre el que
esperamos aportaciones.
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