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María Ángeles Moreno Fontiveros

Diagnostico desde atención primaria de un adolescente conTDAH

comprender lo que decía por hablar atropelladamente. Refiere

haber tenido accidentes repetidos, porque “soy torpe”. Reconoce

dificultades para planificar, dirigir, mantener la atención y retener

la información mientras hace otra cosa, para controlar el tiempo,

para aprender de los errores y para diferir recompensas. Padre y

madre son severos con él, y preocupados por su bienestar. Am-

bos acuden a las tutorías al centro escolar y respaldan en casa

las pautas recomendadas en el centro. En pocas ocasiones dan

normas y ordenes efectivas y se acaba muchas veces discutiendo.

El paciente niega hábitos tóxicos, y los padres no tienen sospecha

de ello. Antecedentes personales: epilepsia. Antecedentes fami-

liares: padre y tío materno con dificultades en el aprendizaje no

especificadas.

Tras la entrevista clínica al paciente y sus padres, donde re-

cabamos la información descrita y descartamos otras patologías

como depresión, drogodependencia,…; les entregamos el cues-

tionario Conners que recaba información de padres y docentes.

Según los resultados aportados por la familia (Inatención 8/9, hi-

peractividad-impulsividad 4/9) y profesores (Inatención 8/9, hipe-

ractividad-impulsividad 0/9), junto con la entrevista clínica previa,

podemos afirmar que el paciente cumple criterios diagnósticos

para el TDAH subtipo inatento según el DSM 5. En primer lugar,

informamos sobre el trastorno y posibilidades terapéuticas al pa-

ciente y su familia. Ofrecemos al paciente valoración por Equipo

de Salud Mental para psicoterapia, pero la familia y él prefieren

seguimiento por psicólogo privado; en cambio si quieren comen-

zar tratamiento farmacológico desde atención Primaria. Antes de

comenzar tratamiento farmacológico explico al paciente los efec-

tos segundarios y características de la medicación y acordamos

instaurar tratamiento con metilfenidato (tratamiento de elección)

de acción prolongada (12 horas) que se adapta mejor a los ho-

rarios y necesidades del paciente. Comenzamos con dosis bajas

hasta lograr dosis mínima eficaz que fue de 54 mg al día. Hasta

alcanzar la dosis correcta de tratamiento se siguieron controles de

enfermería periódicos de peso, frecuencia cardiaca y tensión ar-

terial que fueron normales salvo leve pérdida de peso. Realizamos

informe que será entregado a su centro escolar para seguimiento

del paciente y adaptación curricular si precisa. Actualmente el se-

guimiento médico del paciente es semestral; en estas consultas el

paciente y su familia nos cuentan su evolución y aporta informes

realizados por equipo docente y psicólogo privado. El paciente ha

mejorado los resultados escolares y han mejorado sus relaciones

sociales y familiares, ha perdido el apetito durante las 12 horas

de efecto de la medicación pero lo compensa con cenas copiosas.

DISCUSIÓN

La tríada clásica del TDAH la constituye el déficit de aten-

ción, la hiperactividad y la impulsividad. En función de los síntomas

que predominen, el trastorno se tipificará como inatento, hiperac-

tivo/impulsivo o combinado. El TDAH presenta una gran heteroge-

neidad clínica y pueden existir diferencias en la presentación clínica

en función del sexo y la edad. Con los años, los síntomas de hiperac-

tividad e impulsividad se atenúan progresivamente, mientras que

los de inatención suelen persistir(7). En el adulto la hiperactividad

se pone de manifiesto como dificultad para estar sentado, excesivo

movimiento de miembros, hablar excesivamente, perder objetos….

También es frecuente encontrar síntomas de impulsividad, lleván-

doles a tomar decisiones irreflexivas, y tener problemas de adap-

tación y disciplina. Las dificultades de atención se manifiestan en

problemas para priorizar, estructurar su tiempo, planificar tareas,

no completar proyectos, pérdida de objetos,.. La dificultad de con-

trolar el temperamento y la inestabilidad emocional también son

frecuentes en los pacientes TDAH, aunque no están incluidos en los

actuales criterios diagnósticos(8).

Es importante señalar que la presencia de inatención, hipe-

ractividad y/o impulsividad en el paciente, no determina el diagnós-

tico ya que son comunes a la población general. Es la intensidad y la

frecuencia de dichos síntomas con respecto a la edad de desarrollo

del paciente, a su contexto, y sobre todo la repercusión que tiene

en su funcionamiento diario lo que nos da el diagnóstico (9).

Las características ya detalladas de los pacientes diagnos-

ticados de TDAH influyen notablemente a lo largo de su vida

tanto en el ámbito social y familiar, como profesional. Diversos

estudios han demostrado que estos pacientes logran una me-

nor formación académica, aun teniendo niveles de inteligencia

similares al resto de la población. Además en el ámbito laboral

tienen peor adaptación; y su habilidad para la conducción esta

alterada (los adultos con TDAH sufren más accidentes de trá-

fico y más graves). Los adolescentes y niños con TDAH tienen

mermada la autoestima y las habilidades sociales; siendo este

aspecto aún más evidente en aquello en los que la clínica per-

siste en la edad adulta. Esto ocurre porque en la edad adulta las

demandas sociales aumentan y desaparece el entorno compen-

sador existente (familia, amigos,..).

El diagnóstico de TDAH se basa en los criterios indicados

en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos men-

tales, quinta edición (Tabla 1) y CIE-10. Ambos contemplan el

diagnóstico en edad adulta, siendo los mismos los criterios

diagnósticos. No existe ningún marcador biológico o prueba/

test patognomónico de TDAH. En cambio, encontramos múlti-

ples instrumentos de evaluación del TDAH en adultos y niños

que podemos utilizar en el diagnóstico: entrevistas semiestruc-

turadas, escalas autoadministradas por el observador (familia,

conviviente) o/y por el propio paciente. El diagnóstico de TDAH

se basa en una historia clínica detallada buscando evidencias

para su diagnóstico, indagando en el paciente y su entorno.

Para realizar una correcta evaluación del TDAH en el adul-

to se deben responder cuatro preguntas esenciales. En primer

lugar, es imprescindible tener en cuenta que el TDAH no empie-

za en edades adultas, sino que es un trastorno evolutivo desde

la infancia; por ello es requisito indispensable para realizar el

diagnóstico que el paciente tenga una historia clara de sínto-

mas desde su infancia. Esto es difícil dada la dificultad para de-

terminar si los síntomas aparecieron antes de los 7 años, dato

esencial para el diagnóstico. Por ello, en la historia clínica se

anotarán los antecedentes infantiles específicos de este trastor-

no junto con los síntomas actuales y las repercusiones sobre su

vida diaria, relaciones sociales y familiares. Existen entrevistas

semiestructuradas y escalas para la evaluación retrospectiva

del paciente, como son el Wender Utah Rating Scale (WURS)

(20,21) y el ADHD Symptom Rating Scale, también validadas

en castellano. La segunda cuestión es aclarar la existencia de

relación entre los síntomas de TDAH actuales y un deterioro

significativo y consistente en diferentes ámbitos. Para ello re-

cabaremos información del paciente y personas de su entor-

no (familiar directo). En un tercer lugar hay que evaluar si los

síntomas que presenta el paciente no se explican mejor por la

presencia de otro trastorno psiquiátrico o médico. Y finalmente,

hay que evaluar la existencia de otros trastornos comórbidos

con el propio TDAH(1).

El diagnóstico diferencial entre el TDAH y otros trastornos

clínicos-psiquiátricos es frecuentemente la parte más compli-

cada del diagnóstico de TDAH en adultos, dada la elevada co-

morbilidad de esta patología con otros trastornos psiquiátricos.

El 65-89 % de adultos con TDAH tiene uno o más trastornos

psiquiátricos agregados. En adultos, a parte de los trastornos

afectivos y de ansiedad, son frecuentes las drogodependencias

y el trastorno antisocial de la personalidad(9).

Al no existir un tratamiento curativo del TDAH, nuestro ob-

jetivo es disminuir la intensidad y la frecuencia de sus síntomas,

mejorando con ello la calidad de vida del paciente. Los mejores

resultados los obtenemos asociando el tratamiento farmacoló-

gico y no farmacológico. La intervención psicológica sobre los

pacientes con TDAH debe de comenzar desde el momento que

se realiza el diagnóstico. El tratamiento farmacológico no está

indicado en todos los pacientes con TDAH; sólo se le prescribi-

rá a aquellos con o sin comorbilidades, en los que la patología

repercuta negativamente en su día a día. Los fármacos psicoes-

timulantes son la primera opción terapéutica, siendo el metil-

fenidato el de elección. La atomoxetina es la segunda opción,

seguida de otros no estimulantes(10).