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José Manuel Rodríguez Ferrer

Retinopatía por hidroxicloroquina

que debe realizar el oftalmólogo cuando le son enviados es-

tos pacientes. Por su parte, la AAO hace más hincapié en la

utilización de tres nuevas técnicas para la detección objetiva

de alteraciones retinianas tempranas. Estas técnicas son la au-

tofluorescencia del fondo de ojo, la tomografía de coherencia

óptica y la electrorretinografía multifocal. En esta revisión, se

detallan los aspectos fundamentales de la retinopatía por hi-

droxicloroquina y las nuevas evidencias aportadas por las téc-

nicas anteriormente mencionadas, que permiten la detección

precoz de dicha retinopatía y el uso seguro de la hidroxiclo-

roquina.

RETINOPATÍA POR HIDROXICLOROQUINA

La retinopatía por hidroxicloroquina, descrita por prime-

ra vez por Braun-Vallon en 1963, se caracteriza por una macu-

lopatía bilateral con la presencia de escotomas paracentrales

y que, en el examen fundoscópico, suele presentar una ima-

gen denominada en “ojo de buey”, consistente en un anillo

parafoveal de despigmentación del epitelio pigmentario de la

retina, rodeado por un halo de hiperpigmentación (4). Dado

que al principio la fóvea no se ve afectada, la agudeza visual en

estos pacientes puede ser excelente. No obstante, si el trata-

miento con hidroxicloroquina continúa, la atrofia del epitelio

pigmentario de la retina y el área de alteración funcional se

extienden a la fóvea, con la consiguiente pérdida de agudeza

visual. En casos avanzados, la degeneración puede afectar a

toda la retina con pérdida de la visión periférica y nocturna

(1). Cuando aparece la imagen en “ojo de buey” el proceso es

prácticamente irreversible. Por otra parte, aunque cese el tra-

tamiento con hidroxicloroquina no se suele observar mejoría

clínica y a menudo la despigmentación y adelgazamiento ma-

cular continúa, así como el deterioro funcional un año o más

después de dejar el tratamiento (5). En las figuras 1A y B se

muestran un campo visual con escotomas paracentrales y una

imagen característica en “ojo de buey” correspondiente a uno

de nuestros pacientes con retinopatía por hidroxicloroquina.

Fisiopatología.

El mecanismo de la toxicidad de la hidroxi-

cloroquina no se conoce bien y se sugiere que es el mismo que

el propuesto para la cloroquina. En cultivos celulares se ha mos-

trado que la cloroquina impide la unión del autofagosoma al li-

sosoma en el epitelio pigmentario de la retina, lo que conduce a

una acumulación de material no digerido, especialmente de lipo-

fuscina, y posteriormente a la muerte celular (6). Este proceso es

acelerado por la luz y parece que también afecta a otras células

retinianas. Tanto la cloroquina como la hidroxicloroquina se unen

a la melanina y se concentran en el epitelio pigmentario de la

retina en cantidades muy superiores a las encontradas en otros

tejidos, lo que explicaría su toxicidad retiniana (7). Los primeros

estudios histopatológicos realizados en humanos con retinopatía

por cloroquina avanzada mostraron que las células del epitelio

pigmentario rellenas de cloroquina unida a la melanina migran y

se acumulan en la capa nuclear y plexiforme externa de la retina

(8). Con estos datos se sugirió que, en primer lugar, ocurre una

alteración del metabolismo del epitelio pigmentario de la retina

y de su actividad fagocítica de los restos de discos del segmento

externo de los fotorreceptores, lo que conllevaría a una poste-

rior degeneración de éstos. En cambio, estudios posteriores rea-

lizados en primates mostraron que la cloroquina induce cambios

histopatológicos reversibles en las membranas citoplasmáticas

de las células ganglionares y de los fotorreceptores, sugiriendo

que la lesión se inicia en estas células y después afecta al epitelio

pigmentario de la retina (9). Esta interpretación ha sido apoyada

por estudios morfológicos más recientes que muestran la dismi-

nución del grosor de la capa de células ganglionares en un caso

de retinopatía por cloroquina en estado incipiente (10). La acu-

mulación de la cloroquina y de la hidroxicloroquina permanece

en el epitelio pigmentario de la retina años después de cesar su

administración (9), lo que podría explicar que la interrupción del

tratamiento no conlleve la mejoría clínica y que incluso la retino-

patía pueda seguir avanzando (5). En cuanto a la alteración prefe-

rente de la mácula por la hidroxicloroquina, se ha sugerido que la

absorción de la luz o alteraciones en el metabolismo de los conos

intervienen en el desarrollo dicha maculopatía (3).

Incidencia.

La retinopatía por hidroxicloroquina presenta

una incidencia muy baja. En una excelente revisión de 2006 so-

bre la toxicidad ocular de la hidroxicloroquina, Yam y Kwok (1)

han mostrado que desde 1963, cuando se publicó el primer caso

de retinopatía por este fármaco, hasta mayo de 2005 sólo se han

documentado 47 casos en todo el mundo, pese a estimarse en 1

millón los pacientes tratados con cloroquina o hidroxicloroquina

en este periodo de tiempo (11). La serie más larga de pacientes

reumatológicos estudiada hasta el momento, realizada en la re-

gión sur del estado de California en Estados Unidos, ha mostrado

que de 1.207 pacientes tratados con hidroxicloroquina sólo uno

presentó retinopatía, lo que da una incidencia de 0.08% (12). En

un estudio posterior realizado en Grecia, con una cohorte oftal-

mológica de 526 pacientes, la incidencia de retinopatía irreversi-

ble por hidroxicloroquina fue del 0.38% (13).

Factores de riesgo.

Los factores que contribuyen al desa-

rrollo de la retinopatía por hidroxicloroquina incluyen: la dosis

diaria y acumulada, la duración del tratamiento, la coexistencia

de enfermedad renal y hepática, la presencia de una patología

retiniana concomitante y la edad (Tabla 1). De todos ellos, la do-

sis diaria es el factor que se considera más determinante en el

desarrollo de la retinopatía (1, 14). Dado que la hidroxicloroquina

no se deposita en el tejido graso, cerebro y hueso (15), se reco-

mienda que la dosis diaria del fármaco se exprese en miligramos

por kilogramo de peso ideal. El peso ideal es una estimación del

peso de la masa magra, libre de grasa y que se obtiene a partir

de la altura del individuo. Para su cálculo recomendamos una fór-

mula, adaptada al sistema métrico internacional, de las utilizadas

por diversos estudios sobre pacientes tratados con hidroxicloro-

quina (16, 17). Esta fórmula sería: 50 kg más 2kg por cada 2.5 cm

por encima de 150 cm de altura, para hombres y 45 kg más 2 kg

por cada 2.5 cm por encima de 150 cm de altura, para mujeres.

La utilización del peso ideal para el cálculo de la dosis diaria de

hidroxicloroquina es especialmente importante en personas de

talla baja y sobrepeso. Habría la excepción de personas asténicas

y jóvenes con gran desarrollo muscular, en los cuales se debe uti-

Figura 1.

Todas las imágenes de esta figura corresponden al ojo

derecho de un paciente con lesiones típicas de toxicidad retiniana

por hidroxicloroquína. A) Perimetría 10-2 de Humphrey, donde

se observan escotomas parafoveales (áreas más oscuras).

B) Autofluorescencia de fondo de ojo en la que se aprecia una

maculopatía en “ojo de buey” (flechas). C) Tomografía de

coherencia óptica con imagen de “platillo volante” en mácula

(flechas). D) ERGmf de 61 hexágonos donde se aprecian ondas de

amplitud reducida parafoveolares (anillo 2) y que se indican entre

los dos círculos. E) Representación tridimensional de la densidad

eléctrica del ERGmf