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María del Mar Díaz Alcázar

Relación entre vitaminaDy factores de riesgo cardiovascular

glucocorticoides, fenobarbital, medicación inmunosupresora o

antirretrovirales(22,23).

La mayoría de estudios observacionales han mostrado que

las concentraciones de 25(OH)D se asocian a la prevalencia de

infarto de miocardio, ictus e insuficiencia cardiaca(14). Pittas y

cols(24) revisaron estudios observacionales prospectivos sobre la

relación entre valores de vitamina D e hipertensión. Identificaron

tres cohortes de estudio, y en una de ellas encontraron asociación

significativa entre cifras bajas de 25(OH)D (37 - 51 nmol/litro) e

incidencia de hipertensión a los 7 a 8 años. En otros estudios ob-

servacionales se hicieron nueve análisis distintos en 6 cohortes

que incluían 43500 personas seguidas durante una media de 5

– 27 años; cinco de los estudios encontraron que valores bajos

de vitamina D están asociados a riesgo alto de enfermedad car-

diovascular(24). Igualmente, los metaanálisis de estudios obser-

vacionales sugieren que la carencia de vitamina D es un factor de

riesgo de enfermedades vasculares(14). Se debe considerar que

muchas investigaciones observacionales han mostrado aumento

significativo del riesgo vascular solo en pacientes con cifras de

25(OH)D inferiores a 15 ng/ml. El beneficio del tratamiento con

vitamina D se observa fundamentalmente en los pacientes que

alcanzan concentraciones de 25(OH)D de 30-40 ng/ml(14).

En el año 2012 se iniciaron tres ensayos clínicos aleatoriza-

dos diseñados para evaluar la prevención de complicaciones car-

diovasculares con diferentes dosis de vitamina D. El estudio EVI-

TA ha incluido 1000 pacientes de insuficiencia cardiaca; en VIDA

participan 5100 pacientes mayores de 60 años; y en VITAL 20000

adultos. Sin embargo, ya se han apuntado algunas limitaciones,

la inclusión de pacientes no ha tenido en cuenta los valores de

25(OH)D, y en el estudio VITAL se permite una ingesta de hasta

800 UI/día de vitamina D además de la medicación (2.000 UI de

vitamina D ó placebo), por lo que los resultados podrían afectarse

por una concentración de 25(OH)D relativamente alta en la rama

de placebo(14). Una revisión sistemática(25) de estudios aleato-

rios realizados desde 1966 a 2008, de los que se seleccionaron

11, mostró una caída significativa de la presión diastólica, pero

no de la sistólica, con el uso de suplementos de vitamina D en

pacientes con presión arterial media elevada. La disminución de

la presión sistólica fue más pronunciada en aquellos que recibie-

ron formas inactivas de vitamina D en comparación con los que

recibieron formas activas. En aquellos con presión arterial nor-

mal no se observó reducción de ésta. Otro estudio(26), realizado

en Alemania, demostró que valores descendidos de 25(OH)D y

1,25(OH)2D eran factores predictivos independientes para acci-

dentes cerebrovasculares de mal pronóstico, sugiriendo que los

suplementos de vitamina D podrían usarse en su prevención. Un

metaanálisis(4) sugiere que suplementos de vitamina D en dosis

moderadas – altas podrían reducir el riesgo cardiovascular. De la

misma manera, concentraciones bajas de vitamina D durante la

infancia se han relacionado con mayor probabilidad de desarro-

llar aterosclerosis subclínica en la edad adulta con independencia

de otros factores de riesgo cardiovascular(4). Sin embargo, y por

el momento, no hay pruebas suficientes para recomendar suple-

mentos de vitamina D para prevenir o tratar las patologías car-

diovasculares(14). Según la USPSTF (U.S. Preventive Services Task

Force) no hay evidencias de que el cribado del déficit de vitamina

D en adultos asintomáticos sea beneficioso(27).

En una investigación aleatoria de Trivedi y cols. (24) sobre

vitamina D3, comparándola con placebo, no encontraron ten-

dencias significativas de disminución de muerte por causa cardio-

vascular. En otro estudio(28) con 123 participantes con 25(OH)

D menor de 50 nmol/l, de los que 61 recibieron radiación UVB y

62 UVA durante 12 semanas hasta alcanzar concentraciones por

encima de 90nmol/l, la intervención no tuvo efecto en la presión

sanguínea, sensibilidad a la insulina y otros factores de riesgo.

Igualmente, en la revisión sistemática de 11 - 14 estudios aleato-

rios no fueron encontrados datos significativos(24). El suplemen-

to de vitamina D en animales con función renal disminuida puede

empeorar la respuesta vascular. Un metaanálisis reciente sobre

el uso de calcio en solitario ha sugerido la posibilidad de que el

aumento de absorción, ya sea por suplementos de calcio o por

el aumento de la vitamina D, puede aumentar el riesgo de com-

plicaciones cardiovasculares(24). En otro estudio se sugiere que

las cifras bajas de vitamina D genéticamente determinadas están

asociadas con mortalidad por cáncer, pero no con enfermedad

cardiovascular(29). También se ha sugerido que la asociación

entre valores bajos de vitamina D y la mortalidad de origen car-

diovascular previamente observada en estudios observacionales

podría deberse a factores de confusión, ya que el déficit de vita-

mina D puede ser indicador de un estilo de vida no saludable. Las

concentraciones de vitamina D se asocian al tabaco, actividad

física, presión sanguínea, IMC, diabetes, colesterol(29). Si los va-

lores disminuidos de vitamina D solo identificaran personas con

mal estado de salud, suplementar dicha vitamina es improbable

que sea efectiva para la prevención de la enfermedad cardiovas-

cular(4).

Una de las limitaciones del estudio actual puede ser la ca-

suística reducida, y la única medición de los valores de vitamina

D, sin considerar la variabilidad estacional de la misma. Por otra

parte, no toda la información aparece recogida en cada historial

clínico electrónico, ya que los pacientes son seguidos por otras

Unidades que no solicitaban en la analítica de sangre la determi-

nación de vitamina D.

CONCLUSIÓN

Los resultados del presente estudio muestran que la po-

blación analizada no presenta en su mayoría déficit de vitamina

D, aunque las evidencias obtenidas en estudios previos sugie-

ren que concentraciones descendidas de 25(OH)D se asociarían

a riesgo mayor de enfermedad cardiovascular. En todo caso, no

puede asumirse que aumentar el 25(OH)D por medio de suple-

mentos reducirá el riesgo cardiovascular ya que la evidencia

obtenida de estudios aleatorios es, por ahora, insuficiente(24).

Existen estudios que sugieren que los efectos cardiovasculares

beneficiosos de la suplementación con vitamina D sólo apare-

cen en individuos con carencia vitamínica(30,31). Aún no hay

consenso entre la comunidad científica en cuanto a los valores

óptimos(9) de vitamina D ni hay evidencias para el cribado de las

cifras de vitamina D en pacientes con hipertensión. Son necesa-

rios más estudios para determinar las concentraciones óptimas

de vitamina D, sus efectos y las implicaciones de aumentar las

recomendaciones dietéticas(32).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Kim DH, Sabour S, Sagar UN, Adams S, Whellan DJ. Prevalence

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Kandala NB, et al. Levels of vitamin D and cardiometabolic

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Zittermann A, Schleithoff SS, Koerfer R. Putting cardiovascular

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22.