Suplemento Revista nº 790 - page 19

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Actualidad
Médica
SUPLEMENTO
A C T U A L I D A D
M É D I C A
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SUPLEMENTO
Actual. Med.
2013; 98: (790). Supl. 19-48
Compromiso por la salud
Granada, un reino de mil años
El Hospital Real y la medicina renacentista
Resumen
El Hospital Real representó el poder asistencial de la monarquía en la ciudad de Granada y fue el símbolo de
la misma, pues reunió en sí a varios centros hospitalarios. Su fundación responde a los ideales del humanismo
cristiano pero también a ideas de engrandecimiento monumental de la ciudad de Granada. A lo largo del siglo XVI
atendió a tres tipos de enfermos: enfermos generales, afectos de “mal de las bubas” (sífilis) y dementes. También
fue asilo de “inocentes”.
Abstract
The Royal Hospital care accounted power of the monarchy in the city of Granada and was the symbol of it, then
gathered itself to various hospitals. Responds to its founding ideals of christian humanism but also ideas monu-
mental aggrandizement of the city of Granada. Throughout the sixteenth century served three types of patients:
general illness, affected by “mal de las bubas” (syphilis) and insane. Asylum was also “innocent”.
José Valenzuela Candelario
Área de Historia de la Ciencia. Universidad de Granada
Palabras clave: Hospital Real,
humanismo, Granada, enfer-
mos, sífilis, dementes.
Keywords: Royal Hospital,
humanism, Granada, illness,
syphilis.
The Royal Hospital and the Renaissance medicine
Desde finales del siglo XIII (en Europa occidental) la medici-
na comenzó a formar parte de la universidad y desde allí empezó a
difundir un discurso útil sobre la salud y la enfermedad que fue ha-
ciéndose dominante en Europa. A principios del Renacimiento, el
hallazgo de nuevos textos de Galeno (especialmente en los campos
de la anatomía y la fisiología) y la realización de nuevas traducciones
depuradas filológicamente de los textos clásicos auspiciaron la con-
vicción de que la medicina podía superar los logros de los médicos
árabes y de los autores latinos medievales. Sobre esas bases la me-
dicina universitaria albergó unas grandes expectativas de desarrollo
profesional y de promoción social. Como poseedores de saberes cu-
rativos y preceptivos losmédicos universitarios habían logrado impo-
nerse en las ciudades populosas de los reinos hispanos a finales del
siglo XV, al amparo sobre todo de las medidas reguladoras del ejerci-
cio profesional instauradas por los reyes católicos (1). En la jerarquía
social y en su vertiente práctica, sin embargo, la medicina no logró
enaltecerse y equipararse a las profesiones homólogas del derecho
y la teología, a causa probablemente de su consideración tradicio-
nal como un oficio contaminado por la sangre judía. La facultad de
medicina granadina mantuvo de hecho una existencia precaria a
lo largo del siglo XVI, con alternativas dotaciones y suspensiones
de cátedras, un estado de cosas que parecía estar en consonancia
con el objetivo fundacional de la propia universidad, que no había
sido otro que el soporte intelectual de la predicación y el adoctri-
namiento de la población morisca (2).
La presencia de médicos y de otras clases de sanadores en los
hospitales renacentistas es un hecho histórico contrastado. En ellos
los médicos actuaron claramente estimulados ante la posibilidad
de poder forjar una reputación de relieve, individual y colectiva. En
Granada, la institución de mayor compromiso médico-asistencial,
su hospital Real, contó siempre entre sus oficiales con un médico
de formación universitaria. El propio hospital Real fue en esencia
una fundación inequívocamente renacentista pues concentró en su
diseño dos signos de identidad asistenciales de la época, su doble
condición de hospital general (de hospital resultante de la reunión
de otros más pequeños que concentraba las funciones de caridad
que aquéllos realizaban por separado) y de hospital de incurables
(el dedicado a la cura del llamado
mal francés
, o bubas, el nombre
castellano,y sífilis, aunque esta denominación pasó desapercibida
por entonces).Los pacientes afectados de dicho mal fueron califi-
cados como
incurables
desde el momento en que la enfermedad
apareció por primera vez causando estragos en la península itáli-
ca—su irrupción tuvo un carácter epidémico— durante el último
lustro del siglo XV (3).
En efecto, la ciudad de Granada protagonizó desde finales de
la segunda década del siglo XVI un proceso de centralización hos-
pitalaria que involucró a las dos fundaciones erigidas por los Reyes
Católicos a principios de esa misma centuria, los hospitales de la
Alhambra (1501) y de los Reyes (1504) y a la Casa de los Inocen-
tes, una institución de origen nazarí y contemporánea administra-
ción municipal (el patronazgo de ésta había recaído en la Corona
desde los tiempos de la conversión general mudéjar, si bien desde
1525 era administrada por el cabildo municipal). Los dos hospitales
fundados por los Reyes Católicos fueron reunidos en diciembre de
1526 en las dependencias del segundo, que sólo a partir de enton-
ces, ya con el nombre de hospital Real, pudo abrir sus puertas y
acoger enfermos, aun cuando las tareas de edificación se alargaran
y traspasaran esa centuria y la siguiente; la Casa de los Inocentes se
anexionó al nuevo establecimiento en 1535 (la decisión de enaje-
narla fue adoptada por las principales autoridades de la ciudad, el
marqués deMondéjar y capitán general del Reino don Luis Hurtado
de Mendoza y el presidente de la Chancillería y obispo de Mallorca
don Rodrigo de Mercado, entre ellas, contra la opinión del ayunta-
miento) (4).
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