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Antonio Campos Muñoz
EduardoDeRobertis. En el centenariode sunacimiento (1913-2013)
La célula ha sido, en efecto, el principal objeto de estudio
e investigación de Eduardo De Robertis. Aunque sus aportacio-
nes iniciales comienzan en su época de estudiante, utilizando la
microscopia óptica, sus aportaciones más relevantes las realiza
cuando con posterioridad utiliza en su investigación la microscopia
electrónica y la experimentación biológica. A finales de 1947 iden-
tifica por vez primera los microtúbulos con microscopia electróni-
ca en axones desprovistos de mielina. Dicho hallazgo lo comunica
inicialmente a la Sociedad Americana de Microscopia electrónica y
posteriormente lo publica en la revista
Journal Experimental Medi-
cine
en 1953. En la actualidad sabemos que los microtúbulos cons-
tituyen un importante componente del citoesqueleto celular y que
su participación es decisiva en numerosas actividades biológicas de
la célula tales como la división celular, la polaridad, la exocitosis o
la endocitosis. De igual modo identifica la naturaleza ciliar de la co-
nexión entre los segmentos interno y externo de los fotoreceptores
lo que explica la dinámica funcional de dichas estructuras (2) (3). Es
en esos años cuando, además, Eduardo de Robertis realiza, junto a
Bennet, el que es quizá, en sus propias palabras, su descubrimiento
más importante: las vesículas sinápticas existentes en los termina-
les presinapticos (Figura2).
Figura 2. Ultraestructura de la vesículas sinápticas en terminales
los terminales presinápticos. Fuente Instituto de Biología Celular y
neurociencias Eduardo De Robertis
Se trata de un hallazgo que, de inmediato, vincula al almace-
namiento de los neurotrasmisores y a la transmisión del impulso
nervioso, hecho que acabará demostrando años más tarde al con-
seguir aislar dichas vesículas e identificar, asimismo, las caracte-
rísticas que presentan algunos receptores sinápticos (4) (5) (6). La
investigación sobre las vesículas y los receptores sinápticos, que
Eduardo de De Robertis publica, entre otras, en revistas tan pres-
tigiosas como
Nature
y
Science
, confirma por tanto la teoría de la
neurona de Cajal y cierra definitivamente la vieja polémica entre
neuronistas y reticularistas. En 1970 el Instituto karolinska otorga
el Premio Nobel a Bernad Katz, Ulf von Euler y Julius Axelrod por
sus descubrimientos sobre los neurotrasmisores en las termina-
ciones nerviosas y sus mecanismos de almacenamiento, libera-
ción e inactivación. Sin desmerecer a los galardonados sorprende
que Eduardo de Robertis no esté en la terna premiada dada su
Figura 1. Eduardo de Robertis. Fuente Instituto de Biología Celu-
lar y neurociencias Eduardo De Robertis
decisiva contribución al descubrimiento de las vesículas sinápticas
y los receptores vinculados a dicha neurotrasmisión. Aunque es ci-
tado en el discurso de los Nobel ello no palia la sensación de frus-
tración que la no concesión produce en la ciencia de habla hispana.
No es la primera vez que ocurre – ya sucedió en 1938 con Fer-
nando de Castro- ni ha sido la última - recientemente ha ocurrido
con Salvador Moncada en 1998-. en la que los científicos hispanos
no son priorizados en su decisión por el comité sueco (7).
La microscopia electrónica nacida en la física de entreguerras
empieza a aplicarse a la investigación médica en los años cuarenta
construyéndose los dos primeros prototipos comerciales en 1939 y
en 1946 por las compañías Siemens y Philips. En los años cuarenta
y cincuenta del pasado siglo George Palade, Keith Porter y Albert
Claude, entre otros muchos autores, contribuyen a desarrollar los
métodos necesarios para la observación de muestras biológicas.
En este contexto comienza Eduardo de Robertis en 1947 a
trabajar en Microscopia electrónica con uno de los pioneros en el
uso y la aplicación de este instrumento, el profesor Francis Schmitt
del Massachussets Institute of Technology. A partir de ese momen-
to el microscopio electrónico va a ser para Eduardo de Robertis su
principal herramienta de trabajo. Con él realiza no solo algunas de
sus aportaciones más relevantes sino que, además, contribuye a
desarrollar nuevos métodos para que el instrumento pueda alcan-
zar todas sus posibilidades en lo que a la observación de muestras
biológicas se refiere (8) (9). Tras su formación inicial con Francis
Schmitt, Eduardo de Robertis se incorpora al Instituto de Investiga-
ción en Ciencias Biológicas del Hospital de Clínicas de Montevideo,
en el que con la ayuda de la Fundación Rockefeller se ha adquiri-
do en 1950 un microscopio electrónico. En Uruguay va a estar, con
visitas periódicas a Estados Unidos durante siete años, hasta que
a partir de 1957 se hace cargo en Buenos Aires del primer micros-